viernes, 16 de febrero de 2007

Agresividad escolar. Antoni Ramis Caldentey

Agresividad escolar

Es cierto que vivimos situaciones de extrema agresividad, agresividad que tiene unas causas muy evidentes en los modelos que nos dan y que nos quisieron implantar por ley (LOCE, ley de Partidos,...) los violentos de los ocho años de la ignominia miserable humana y social, que apoyaron al Gobierno más agresivo y letal del mundo. Nos quisieron imponer (y nos provocan) la cultura de la diferencia y la confrontación agresiva entre diferentes. Si somos 99% iguales con los chimpancés, ¿cómo no íbamos a ser 99,99% iguales a las personas más diferentes?
En más de 35 años de educación directa (en ocasiones en ámbitos muy marginales, en otras en ámbitos carenciales) nunca he tenido ningún problema de indisciplina ni de falta de respeto ni de peleas entre alumnos. Y nunca he impuesto la disciplina a la fuerza (las ollas a presión, sin escape, explotan). La autoridad no se ostenta ni impone, la autoridad se gana merecidamente y se administra (sin libertad no hay responsabilidad). En una ocasión un inspector de estos, de los miserables, me ordenó algo totalmente inútil (si no, incluso, contraproducente) y yo le pregunté que qué objetivo tenía aquella actividad que yo debía hacer, que qué bien íbamos a conseguir con aquella acción; ante su cara de estupor y silencio le insistí "¿para qué tendría que hacer esto?", a lo cual él debió entender ¿por qué...? y me contestó: "¡Porque yo lo digo y basta!" (bonita manera de argumentar racionalmente). Esta autoridad, esta disciplina (irracional: sin dar razones del por qué ni el para qué) es la presión que provoca la reacción agresiva (ésta es, por ejemplo, la provocación de los populares a los vascos nacionalistas para que no puedan protagonizar la paz; ésta es la provocación, muchas veces involuntaria, de profesores y sistemas educativos a los alumnos a quienes no pueden garantizar ningún beneficio personal de su formación académica -especificativa-).
Pavlov, en su laboratorio y para experimentar, daba una patada despistada a los perros que se le acercaban despistadamente: algunos salían huyendo llorando-ladrando y meándose en su carrera (éste es el comportamiento que parece que desearían los miserables que tuvieran todos los alumnos ante las muestras autoritarias y es el comportamiento que realmente tienen los cobardes y los depresivos), otros se enfurecían y mordían la bota que les había dado la patada (éste es el comportamiento que tienen los alumnos reactivos agresivos y violentos, comportamiento que se evitaría evitando el darles "patadas"), otros, finalmente, los más inteligentes, se apartaban lo justo para que no les alcanzara la pierna de Pavlov, se echaban y le miraban con un aire de conmiseración como si pensaran: "¿pero bueno, el perro soy yo o eres tú?" Cuando voy a sus casas suelo acariciar a los perros que tienen mis amigos, todos me llenan la mano que acaricia de lametones (no sé quien me dijo que los lametones en los perros equivalen a las caricias y besos en los humanos). Si "todos" los profesores y "todos" los sistemas acariciáramos (caricias psicológicas) a "todos" los alumnos estoy convencido de que no habría agresividad escolar, ni siquiera entre alumnos. Si todos los alumnos sacaran un beneficio de su escolaridad y además fueran conscientes de ello (porque los profesores se lo demostráramos en la práctica), no sólo no habría agresividad, sino que habría una gran disciplina, organización y agradecimiento, además de que se incrementaría mucho su rendimiento y aprendizaje, aprendizaje que serviría para tener actitudes sociales solidarias en lugar de actitudes sociales sectarias de competición y agresividad.
Querido Edip, la actitud defensiva es una señal para que el contrario nos ataque, pero si no hay contrario, ni ataque, ¿para qué deberíamos enarbolar esta señal? Si no hay contrario, ni ataque no debe haber defensa y tampoco habrá indefensión. Lo contrario, enarbolar la señal, es provocar el ataque (que, previamente, no estaba previsto). Es cierto que en el caos los chorizos hacen su agosto, pero, ¿qué pasaría si no hubiera ni caos ni chorizos? En el caso de Nueva Orleáns muchos robos se produjeron y producen por extrema necesidad de supervivencia por gente muy normal (aún así mucha gente ha muerto de hambre y de sed) y ¿qué sistema es, por imprevisión, incompetencia y maldad, responsable tanto del caos como de la existencia de delincuentes armados, en Nueva Orleáns? ¿O tu eres como aquel impresentable chiquitín que decía "A mi sólo me importan los hechos, no me importan sus causas"? Estoy convencido de que no.
Queridos amigos educadores, nosotros no somos los culpables de la agresividad escolar ni de cualquier violencia, los culpables son los modelos y las políticas miserables que las causan, pero sí que tenemos recursos de prevención, evitación y corrección. Seamos generosos en utilizarlos.
Saludos cordiales
Antoni Ramis Caldentey
To: aprendiendo@eListas.net

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