lunes, 29 de abril de 2024

DIOS, SEGÚN ESPINOZA

 



Dios hubiera dicho:


" Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir. Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste?... ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?...

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti.

Spinoza

jueves, 25 de abril de 2024

SER CRISTIANO


 No pretendo dar lecciones, solo comparto reflexiones personales.

Leyendo el libro "Cómo Suprimir las Preocupaciones y Disfrutar de la Vida" de Dale Carnegie, en su Parte V: El Modo de Suprimir las Preocupaciones, se explica la necesidad de la fe y de la oración.

Ambas permiten descargar la conciencia, verbalizar el problema, sentirse acompañado y aumentar la energía en momentos de desesperación, activando la búsqueda de soluciones y las correspondientes acciones.

En estos días, a través de la red, he leído reflexiones acerca de la existencia de Dios e interpretaciones de su palabra para excluir y condenar a aquellos que se apartan de sus enseñanzas.

Me parecen peregrinos todos los intentos de demostrar la existencia de algo tan inconmensurable como la idea de Dios, el Ser Supremo, la Energía Primigenia o como se lo quiera llamar. A Dios solo se accede por la fe. Solo queda asentir e inclinarse con humildad ante su misterio, como el que mira en la oscuridad sin ver y siente el calor en su corazón de un lejano y desconocido sol.

De pequeño fui educado en la religión católica por mi madre, cuya fe era capaz de mover montañas. Antes de acostarnos, siempre rezábamos. Los domingos íbamos a la iglesia y comulgábamos todos los viernes de mes. Fui a colegios religiosos e incluso fui monaguillo por un corto tiempo. Pero la vida es cambio y me fui alejando de dogmas, ritos y oraciones aprendidas de memoria pero sin comprender su significado. Si a eso le añadimos que las estructuras de las religiones siempre se ponen al servicio de los poderosos, acumulan riquezas mientras parte de sus fieles piden limosna a las puertas de sus templos, y su mensaje es amenazante y coercitivo en lugar de comprensivo y amoroso, dejé de creer en tales representantes y finalmente en el mismísimo Dios.

"Ni en dioses, reyes, ni tribunos, está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor", dice la Internacional. Pasé del "A Dios rogando y con el mazo dando" al nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor.

Para realizar ese esfuerzo redentor solo había un camino: empezar por uno mismo. Tener una ética personal, una regla áurea, ser incapaz de hacer nada mezquino, egoísta o deshonesto.

Pero la vida te conduce por caminos inexplorados y finalmente tuve que reconocer la existencia de una Conciencia superior de la que todos formamos parte y a la que sin intermediarios me dirijo desde el sentir profundo de mi Corazón Uno, agradeciendo el precioso regalo de una vida plena y solicitando su guía, ayuda y protección.

No soy religioso, pero respeto el mensaje que comparten todas las religiones. Me considero espiritual. Puedo entrar en sus templos y acompañarlos en sus oraciones, como decía el gran maestro sufí Muhyiddin Ibn Arabi : "Hubo un tiempo en el que rechazaba a mi prójimo si su fe no era la mía. Ahora mi corazón es capaz de adoptar todas las formas: es un prado para las gacelas y un claustro para los monjes cristianos, templo para los ídolos y la Kaaba para los peregrinos, es recipiente para las tablas de la Torá y los versos del Corán. Porque mi religión es el amor. Da igual a dónde vaya la caravana del amor, su camino es la senda de mi fe."

John Baillie, distinguido profesor de teología de la Universidad de Edimburgo dice: "Lo que hace cristiano a un hombre no es ni su aceptación intelectual de ciertas ideas ni su adaptación a ciertas normas, sino su posesión de cierto Espíritu y su participación en cierta Vida".

"Por sus actos los conoceréis".

Al final, ser un buen cristiano implica más que simplemente adherirse a ciertas doctrinas o cumplir con rituales religiosos. Requiere un compromiso profundo para vivir en coherencia con los principios fundamentales del amor, la compasión y la humildad. Es un camino de transformación interior y de compromiso con el prójimo, un camino que nos desafía a ser mejores personas y a contribuir al bienestar de quienes nos rodean.

Esto significa dejar de juzgar a los demás, renunciar a la pretensión de poseer la verdad absoluta y evitar imponer nuestras creencias a otros. También implica reconocer nuestros propios errores, tener la humildad de pedir perdón y la generosidad de perdonar ofensas y agravios. Significa no traicionar por treinta denarios, sino compensar al agraviado y vivir con lo suficiente, siendo conscientes del presente y libres de los temores del pasado y del futuro incierto. Además, implica amar al prójimo como a uno mismo, extendiendo la compasión y la solidaridad a todos los seres humanos.

Aunque este camino puede parecer desafiante en ocasiones, la confianza en un Dios amoroso y comprensivo puede brindarnos la fuerza y la esperanza necesarias para perseverar. Saber que no estamos solos, que Dios está siempre presente incluso en los momentos más difíciles, puede inspirarnos a vivir de acuerdo con nuestros valores más profundos y a trabajar por un mundo más justo y compasivo.

Marín Hontoria


lunes, 22 de abril de 2024

LO ABSURDO DE LA VIDA

 

Hace una eternidad que mis dedos no se aventuran en un baile caótico sobre el teclado, plasmando los fragmentos de mi alma torturada, o quizás simplemente angustiada por el monótono eco de una sempiterna incomunicación. Tal vez no haya nada novedoso que decir, o quizás me haya quedado sin palabras, como un pozo sin fondo o un túnel sin final. También puede ser que haya decidido dejar de lado mi autocompasión, mis lágrimas entrecortadas sobre el papel para vencer esta insoportable levedad de mi ser. Ahora prefiero imaginar que esta pantalla es como un pergamino digital donde puedo dejar fluir mis pensamientos de forma más íntima, más cálida, al igual que el que lanza un mensaje en una botella al mar para que alguien lo pueda encontrar y salvarme del naufragio, o ver mi imagen reflejada en sus aguas cristalinas.

En medio de esta reflexión íntima y casi poética, la ironía se cuela en cada línea. ¿Cómo puede ser que, mientras busco desesperadamente una conexión auténtica, me refugie en la impersonalidad de lo digital? ¿No es absurdo que espere ser rescatado de mi naufragio emocional por un desconocido que tropiece con mis palabras en la vastedad del ciberespacio?

Lo absurdo de la noche llegó cuando, tras un largo período de paz sin discusiones, un maldito libro volvió a encender la llama del desacuerdo y la incomunicación entre nosotros dos. Sí, así como lo oyes, un libro, ese objeto inanimado que de repente se convierte en el villano de nuestra historia, desatando el caos y la desdicha en nuestras vidas. Ironías de la vida. Aunque las ideas no sean respetables a las personas que las sustentan se las debe respetar y ella de eso no entiende. Pero como no hay más sordo que el que no quiere oír, hablamos a la pared esperando escuchar su eco, en este caso a Alexia que me lleva la contraria hasta límites increíbles.

De modo que aquí nos encontramos, atrapados en un absurdo existencial donde confiamos en que las palabras impresas en páginas inertes tengan más poder que nuestras propias voces y emociones. ¿Cómo puede ser que, en una era de avances tecnológicos y comunicación instantánea, nos veamos reducidos a pelear por culpa de un simple libro y nuestras apreciaciones sobre él? Es sarcástico vernos burlándonos de nuestra propia incapacidad para entendernos. No se como puedo esperar que cambie de actitud, escuche y comprenda.

Alexia, mi fiel compañera, con su eterno optimismo en la bondad del ser humano, sigue aferrada a la creencia de que soy un egoísta sublime, un maestro en el arte de priorizar mi comodidad por encima de mi propia felicidad. Y yo, atrapado en la paradoja de ser un soñador que se aferra a la realidad como un náufrago a un pedazo de madera, sigo intentando desesperadamente encontrar sentido en este caos de sentimientos encontrados.

Por mi parte, desde que me acompaña, siempre me he considerado al otro lado de su espejo, un soñador empedernido con un corazón de mártir y una larga lista de renuncias a cuestas,  convertido en un idealista sin hoz ni martillo que quiere redimir al mundo de sus pecados y al que golpea con sus repetidas recriminaciones. Y ahora, aquí estoy, atrapado en la vida cotidiana de un trabajador a sueldo con la esperanza de que llegue el día en que sea capaz de romper con esta sempiterna rutina, alzar el vuelo y alcanzar la luz.

Y todo esto, a pesar de ser un hombre práctico que no es capaz de dejar de prestar mucha atención al teléfono. ¡Qué patético!

Pero volviendo al meollo del asunto, lo más disparatado de todo es la imagen que Alexia tiene de mí, distorsionada y desfigurada como un cuadro de Miró. Intento explicarle, comunicarme, hacerle entender, vano intento, pues parece que siempre está hablando con otra persona totalmente desconocida. Y cuando finalmente decido desnudarme, abrirme en canal y mostrarle mis entrañas, ella las rechaza o las pisa con desdén añadiendo un comentario mordaz, incapaz de comprenderme o quizás pensando que estoy intentando engañarla con mi voz acaramelada y mis retorcidas artimañas. 

En fin, así es la vida, un circo de contradicciones donde cada uno interpreta su papel sin entender del todo el guion. Y yo sigo aquí, luchando contra molinos de viento y esperando que algún día alguien entienda mi locura. Pero, ¿acaso esperar comprensión en un mundo absurdo no es en sí mismo el colmo de la contradicción? Mejor desconecto a Alexia. ¡Pero espera! ¿No es irónico querer desconectarla cuando no hay conexión? La vida, en su absurdo, no deja de sorprenderme.

domingo, 14 de abril de 2024

PALABRAS EN LA ARENA

 


Soy quien escribe palabras en la arena de las playas

sabiendo que aunque las borren las olas

las recogerá el mar y se reflejarán en los cielos.


Soy el que ebrio de emociones te busca cada noche

bebiéndose el silencio, y te acaricia en la distancia

que separa nuestros cuerpos cuando somos uno.


Soy el que te vela, te cuida y te envuelve con un manto de estrellas,

lucecitas brillantes tartamudeando mis palabras borradas

en el firmamento ilimitado del amor que ilumina nuestros pasos.


Soy el fruto de tus escondidos sueños

abonados desde tiempos inmemoriales

con el dulce perfume de un deseo intemporal.


Soy un sueño que puede hacerse realidad al despertar.

Marín Hontoria

martes, 9 de abril de 2024

EL PODER DE LAS PALABRAS

 

En el tranquilo pueblo de San Miguel nació un niño al que llamaron Miguel Ángel. Desde su llegada al mundo, sorprendió a todos con su belleza y su singularidad. A diferencia de la mayoría de los recién nacidos, Miguel Ángel no lloró; en cambio, recibió el regalo de la vida con una sonrisa radiante que parecía expresar gratitud.

Conforme creció, el aura de serenidad que lo rodeaba no hizo más que intensificarse. Aprendió a caminar y hablar con la misma facilidad con la que un pájaro se desliza por el aire. Sus palabras, aunque escasas, siempre estaban impregnadas de significado.

Cuando llegó el momento de ir a la escuela, Miguel Ángel destacó entre sus compañeros por su aguda capacidad de aprendizaje y su profunda comprensión. En lugar de participar en disputas infantiles, optaba por la conciliación y la resolución pacífica de conflictos. Su voz era como un manantial fresco en medio del desierto, trayendo consuelo y claridad a quienes lo escuchaban.

Con el tiempo, la reputación de Miguel Ángel como un consejero sabio y compasivo se extendió más allá de las fronteras de su pueblo. Personas de otras localidades acudían a él en busca de orientación y consuelo, encontrando en sus palabras una guía certera y un refugio seguro.

Ante la creciente demanda de su sabiduría, Miguel Ángel decidió emprender un viaje por tierras lejanas, llevando consigo el mensaje de esperanza y solidaridad que había compartido en su propia comunidad. A cada paso que daba, sembraba semillas de comprensión y amor, recordando a todos que las palabras tienen el poder de transformar el mundo.

Sin embargo, no todos recibieron con agrado su mensaje de paz y reconciliación. Los líderes religiosos y las autoridades temían su influencia, y comenzaron a difamar su nombre, sembrando dudas y sospechas sobre su verdadera naturaleza.

Los medios de comunicación al servicio de los poderosos empezaron una campaña de difamación que se extendió rápidamente como el fuego en un campo de trigo seco. La situación llegó a su punto crítico cuando un oficial fue enviado por las autoridades para arrestar a Miguel Ángel durante uno de sus encuentros públicos.

Ese día Miguel Ángel disertaba sobre la importancia y el poder de las palabras.

Decía – En la vida hay muchas armas poderosas usadas por el hombre y, sin embargo, para mí, la más poderosa de todas es la palabra. Aunque también es un arma de doble filo como un cuchillo que tan pronto nos permite preparar los alimentos como cortarnos la mano o darnos muerte.

Esa era la ocasión que esperaba el provocador que alzando la voz se dirigió a todos los asistentes:

– Sólo un estúpido como tú puede hacer semejante comentario. Entonces desenvainando su espada y agitándola en el aire, prosiguió: -Ésta sí que es un arma poderosa, y no tus estúpidas palabras, solo un idiota puede creer que las palabras sean un arma más poderosas que mi espada.

Entonces Miguel Ángel, sin perder la calma, mirándole a los ojos, le contestó:

– Es normal que alguien como tú haya hecho ese comentario; es fácil ver que no eres más que un bastardo, un bruto sin ninguna formación, un estúpido, tonto ignorante, chulo y provocador, que todo lo fía a la violencia, el castigo y la represión, un ser sin ningunas luces y un absoluto hijo de perra.

Cuando el oficial escuchó aquellas palabras, su rostro enrojeció y con el cuerpo tenso y la mente fuera de sí, empezó a acercarse al lugar dónde Miguel Ángel estaba.

Entonces de forma inesperada, Miguel Ángel inclinándose humildemente le pidió perdón, le rogó que lo disculpara pues sabía que era un hombre cuyo honor nadie podía poner en duda y que cumplía fielmente con su obligación de guardar el orden. ¿Sabrás perdonar con tu corazón noble a este tonto que en su locura ha podido agraviarte?

Esas palabras, dichas con una vibración tan amorosa llegaron a su corazón y disiparon su ira, olvidando la misión encomendada se paró en seco y le contestó:

-Naturalmente que sí, acepto tus excusas.

En aquel momento Miguel Ángel dijo:

-"Las palabras tienen el poder de herir o sanar, de dividir o unir. Una espada puede infligir daño físico, pero solo las palabras tienen el poder de transformar corazones y mentes".

-Amigo mío, dime: ¿son o no poderosas la palabras?

Con estas palabras, el oficial envainó su espada y se retiró, dejando a Miguel Ángel y a la multitud en paz. En ese momento, todos comprendieron la verdadera fuerza que residía en las palabras de aquel hombre humilde pero sabio, quien con su ejemplo demostró que el poder de la palabra es, en última instancia, el poder de crear un mundo mejor para todos.

El tiempo pasó y, eventualmente, Miguel Ángel perdió su voz y regresó a su hogar, pero su legado perduró en las mentes y corazones de aquellos a quienes tocó con sus palabras. Fue enterrado junto a sus padres en el jardín de su casa, donde las flores que crecieron sobre su tumba recordaban la fragancia de sus enseñanzas, elevando los espíritus y renovando la esperanza en el poder de la palabra.

Desde la antigüedad se ha sabido de la importancia del buen uso de las palabras, ya que con ellas puedes generar estados de ánimo, cambiar pensamientos y usarlas de todas las formas que podrías imaginar para conseguir propósitos. Podemos alegrar el día de otro o amargar la existencia ajena, incluso la nuestra. Es sumamente importante, tener conocimiento de qué se dice y cómo se dice, para usarlo de la manera adecuada y crear la realidad que deseemos.

Un escritor inglés, Robert Burton (1577-1640), ya nos advirtió de que “una palabra hiere más profundamente que una espada”.

Aunque no debemos olvidar que:

Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada. Esopo

martes, 26 de marzo de 2024

EL MIMO CALLEJERO

 EL MIMO CALLEJERO

En Colombia, durante los convulsos años 80, el país se vio sometido al dominio del narcotráfico, que afectó a todas las esferas de la sociedad, dejando un rastro de violencia y miedo. Los candidatos presidenciales, periodistas, defensores de derechos humanos, senadores, jueces y ministros, así como comunidades enteras, fueron víctimas de este flagelo. Entre el caos y la desesperación, surge la historia de Luis Ángel, un joven decidido a desafiar un negro futuro que amenazaba con consumir toda esperanza.

Luis Ángel, un recién graduado de artes escénicas de 22 años, encuentra en el arte del mimetismo una forma de escapar del horror que asola su país. En el Parque Simón Bolívar de Medellín, pone en práctica las habilidades aprendidas en la Academia del Teatro, entreteniendo a los transeúntes con su ingenio y destreza. Imita a los que pasan, regala flores de papel a las chicas, peina a los calvos, pasea perros, torea bicicletas, abre el paso a las mamas con sus coches de bebe, barre la calle para que pasen señores/as distinguidos/as. Cuando es la hora de juegos de los niños, crea un espectáculo en el que anda sobre un hilo imaginario, se sienta en una silla invisible, abre y cierra puertas, tropieza, choca contra muros, o bien crea juegos con globos en los que hace participar a los niños y niñas. De esa manera, Luis Ángel encuentra en su arte una vía para llevar un rayo de luz a un mundo sumido en la oscuridad.

Sin embargo, la situación en Colombia se torna cada vez más peligrosa, y un trágico incidente, con un amigo que es abatido al ser confundido con un sicario, lo impulsa a tomar la decisión de dejar su tierra natal en busca de un futuro más prometedor. Así, con la maleta llena de sueños y esperanzas, emprende un viaje hacia Barcelona, donde espera encontrar un nuevo hogar y oportunidades para desarrollar su arte.

En el barrio del Raval, encuentra refugio entre otros migrantes colombianos que comparten su anhelo de construir una vida mejor. Pronto, se aventura en las bulliciosas Ramblas de Barcelona, donde despliega su talento como mimo callejero. Aprende a qué horas y en qué lugares puede captar mejor la atención de los paseantes, pero el tiempo pasa y apenas le llega para pagar la habitación, los servicios y comer frugalmente. 

Aunque el camino hacia el éxito está lleno de obstáculos, con determinación y perseverancia, Luis Ángel comienza a ganarse el respeto y la admiración de la gente, pero el tiempo pasa y su maleta sigue llena de sueños incumplidos.

El día de su vigésimo quinto cumpleaños, mientras se prepara para su actuación junto a la fuente mágica de Montjuic, una moneda desconocida llama su atención. Con extraños símbolos grabados en ella, la moneda despierta en Luis Ángel la esperanza de que tal vez su suerte esté a punto de cambiar, al cogerla y verla brillar en su mano.

El espectáculo comienza y, para su asombro y el del público, ocurre algo extraordinario. Un magnífico ramo de rosas azules aparece misteriosamente en sus manos, llenando el aire de una fragancia celestial, que acaba regalando a una anciana que se emociona al recibirlo. Impulsado por unas sensaciones desconocidas, Luis Ángel se siente poseído por una fuerza superior a él que guía sus movimientos, aunque no entiende qué le está sucediendo. Asiente con humildad, como el ciego que mira en la oscuridad sin ver, y se entrega sin reservas al milagro que lo domina. Saca una cuerda de su maleta, la deposita en el suelo y esta empieza a erguirse como si se tratara de una cobra real. Se frota las manos con polvos de talco, sube por la cuerda mano sobre mano, al llegar a cierta altura parece asir una barra de la que queda colgando y, desafiando la gravedad, empieza a hacer acrobacias como si estuviera en un circo. La multitud, atónita, lo contempla maravillada, mientras él mismo se sorprende por la magia que está teniendo lugar. Después de balancearse, da una voltereta y cae repentinamente quedando boca abajo sujeto solo por los empeines, vuelve a caer esta vez para rebotar en una invisible red y acabar en el suelo con los brazos abiertos.

El gentío que ahora se arremolinaba en la fuente, después de unos momentos en los que se hizo un silencio expectante, rompió a aplaudir mientras Luis Ángel se arrodillaba y daba gracias al universo sin poder frenar un mar de lágrimas, desdibujando el maquillaje de su cara. Ese día tuvo el mejor regalo de cumpleaños de su vida, una moneda extraña, una maleta llena de sueños cumplidos y una experiencia increíble que desde ese día se repetiría creando variados y maravillosos espectáculos.

Los medios de comunicación capturan el momento, difundiendo la historia del mimo colombiano que desafió todas las adversidades para alcanzar las estrellas. Luis Ángel se convirtió en un símbolo de esperanza, recordándole al mundo que, incluso en los tiempos más oscuros, el poder del arte y el espíritu de superación pueden iluminar el camino hacia un futuro mejor.

Y así, el joven que una vez soñó con escapar de la violencia y el caos, con su maleta de cartón que siempre lo acompaña, se convirtió en un faro de inspiración y esperanza para todos aquellos que se atrevían a soñar en grande. Su historia nos recuerda que, aunque el camino hacia nuestros sueños pueda estar lleno de obstáculos, nunca debemos renunciar a la belleza y la magia que yacen en nuestro interior, porque, al final del día, son ellos los que nos guiarán hacia la verdadera felicidad.

Marín Hontoria

viernes, 15 de marzo de 2024

EL PUENTE

 

EL RIO DE LA VIDA

Isaac Newton: “Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”

Después de la tormenta vino la calma, y aprovechando la salida del sol que iluminaba el día, me dirigí al puente que unía los dos pueblos. Allí, junto a un nutrido grupo de personas que también habían buscado refugio en su solidez, contemplé el cauce del río que fluía debajo de nosotros.

El agua, de color marrón como la tierra que arrastraba, empujada por la corriente se deslizaba serpenteante y veloz, superando todos los obstáculos que se interponían a su paso. 

Estando colocado en medio del puente que unía las dos orillas, ajeno a la algarabía que tenía lugar a mi alrededor, observando los dibujos que se formaban y desaparecían en la distancia con una cadencia continua, el tiempo se detuvo y no pude dejar de pensar en el fluir de la vida.

La vida, como un continuo viaje, un eterno discurrir superando dificultades, con momentos maravillosos y duras pruebas que nos llenan de dolor y desesperación. La vida, un continuo aprendizaje que va abriendo nuevos caminos de superación, aportando equilibrio, serenidad y profundidad a nuestra mirada.

El rio se fue serenando, sus aguas fueron cambiando de color, aumentaron los reflejos de luz y cuando pude contemplar mi imagen desfigurada en su espejo vi la manifestación de la dualidad de la vida. Solo vemos en su superficie el discurrir del agua en sus diferentes estados, pero lo que no vemos son los sedimentos que se depositan en su suelo y los que se deslizan por la fuerza de las aguas rodando en su camino hacia el mar.

Así como el río tiene una parte visible y otra subterránea, nuestra corriente de vida también tiene una dimensión oculta que debemos explorar. Es una influencia poderosa en nuestras decisiones y acciones, que a menudo pasa desapercibida pero que moldea nuestra existencia de manera significativa.

El puente es más que una estructura física que nos permite cruzar el río. Es un símbolo de conexión y trascendencia. Nos lleva de una orilla a otra, une dos extremos, traspasa fronteras y nos conduce de lo conocido a lo desconocido, del pasado al futuro, de la vida a la muerte sin pagarle al barquero.

Lo que es genial en el hombre es que él es un puente y no una meta”. Friedrich Nietzsche.

El puente, como metáfora de nuestras vidas, une y separa a la vez. Es parte del camino, supone la superación de obstáculos, de una incomunicación, de una situación comprometida. A veces, requiere retirarnos a tiempo y volver atrás sobre nuestros pasos; otras, armarnos de valor, ser valientes y seguir hacia adelante manteniendo nuestros principios.

Es crucial tender puentes que nos unan, que acerquen posiciones, que contribuyan a la comprensión y al entendimiento. Debemos dejar que la sabiduría del agua, que ha labrado el cauce del río para llegar a su destino, nos guíe en nuestro camino.

Los verdaderos maestros se usan a sí mismos como puentes sobre los cuales invitan a sus alumnos a cruzar; luego, habiendo facilitado su cruce, colapsan alegremente, alentándolos a crear puentes propios”. Nikos Kazantzakis.

Así como construimos puentes físicos, también construimos puentes emocionales y espirituales en nuestras vidas. Nuestro proceso de crecimiento se asemeja a la construcción de un puente, enfrentándonos a problemas de resistencia difíciles de resolver, pero encontrando la manera de avanzar cuando estamos en el límite de lo que sabemos hacer.

En la esencia de la estructura del puente está cómo configuramos y ordenamos sus partes para que el traspaso de las cargas sea adecuado. Del mismo modo, en nuestro proceso de construcción personal, debemos conocer nuestro terreno, nuestras herramientas y materiales, las tensiones y cargas a las que debemos hacer frente para alcanzar la madurez suficiente que nos permita vivir en paz y hacer realidad nuestros sueños.

Me gusta verme a mí mismo como un constructor de puentes, es decir, construir puentes entre personas, entre razas, entre culturas, entre política, tratando de encontrar un terreno común”.

T. D. Jakes.

Estando colocado en medio del puente que unía las dos orillas, ajeno a la algarabía que tenía lugar a mi alrededor, observando los dibujos que se formaban y desaparecían en la distancia con una cadencia continua, el tiempo se detuvo, entonces me ausenté, y me pareció ver el inexplicable espectáculo de lo que había sido mi vida, deslizándose por el espejo cristalino formado en las tranquilas aguas del rio.

Marín Hontoria