jueves, 8 de noviembre de 2007

La Formación Profesional, una opción de futuro.

He asistido a la presentación del estudio “El sistema de Formación profesional en Cataluña. Retos i estrategias ante la globalización”, promovido por la Cámara de Comercio de Barcelona y por el Centro de Economía Industrial, realizado por Esteve Oroval y Joseph-Oriol Escardíbul. No voy a resumir el acto pero si diré que he salido complacido al ver que el diagnostico es certero, existen propuestas de mejora y el tema preocupa y ocupa. Esto es así debido a que las empresas necesitan más técnicos medios y superiores que licenciados, y en nuestro país lo que vende es la universidad aunque solo se licencien alrededor de un 30 % de los que inician carrera. ¿Qué sucede con toda esa masa de estudiantes que no finalizan estudios?

Los datos sobre estudios relativos a Cataluña no difieren demasiado de los del resto del estado español: Elevado fracaso escolar y significativos porcentajes de abandono de estudios al finalizar la ESO. A tener en cuenta que parte de los graduados no han alcanzado las competencias básicas y presentan graves deficiencias en letras y matemáticas (informe PISA) Si además añadimos la mala prensa que la Ley General de Educación de 1970 dio a la formación profesional, al establecer que los “buenos” estudiantes debían hacer carrera académica y los “malos” formación profesional, no nos ha de extrañar que aunque la realidad haya cambiado muy mucho, alrededor de un 61 % de los alumnos de secundaria postobligatoria se matricula en bachillerato y cerca del 39 % lo hace en formación profesional. En Alemania, por ejemplo, estos datos están invertidos y la FP tiene el respeto y el prestigio de la sociedad; con decir que al obtener la titulación se celebra una fiesta popular a la que acuden autoridades municipales, podemos entender el valor que se da a la FP.

A pesar de la incuestionable mejora de la calidad de la enseñanza en la FP, los elevados índices de incorporación al mercado laboral y las excelentes perspectivas de promoción social, la brecha entre necesidades sociales y formación profesional de nuestros jóvenes sigue abierta.
El principal problema de la formación profesional hay que buscarlo en la sociedad de la cual el sistema educativo es un fiel reflejo. En nuestro país el interés y aunque resulte paradójico, la preocupación de las familias por la educación de sus hijos desciende a medida que disminuye el nivel de ingresos. El tópico de que hasta los licenciados engrosan las filas del paro, no encuentran trabajos acordes con sus estudios o son mileuristas, solo sirven para minar la escasa motivación de miles de estudiantes que ven al sistema educativo como una carrera de obstáculos, desprovisto de su función formativa y profesionalizadora. De igual modo, pensar que si uno no tiene una carrera universitaria es un fracasado en los estudios, supone cerrar la puerta a las múltiples posibilidades que la formación profesional ofrece.

Para que aumente el número de alumnos en la FP debe mejorar y mucho el sistema de información y orientación profesional. Todos los sectores implicados (instituciones, empresas, profesores y familias) deben hacer un esfuerzo para dignificar la FP y crear expectativas de éxito para la incorporación de más jóvenes a la Formación Profesional y poder hacer frente a la creciente demanda del mercado laboral. En este sentido, los tutores de 3º y 4º de ESO tienen una gran responsabilidad a la hora de orientar a sus pupilos. Cada año vemos fracasar en el bachillerato a alumnos que en la FP tienen una salida diversificada de acuerdo con sus capacidades e intereses y que en muchos casos abandonan el sistema educativo frustrados y desmotivados por una errónea elección de estudios.

Las empresas deben implicarse más en la formación en el centro de trabajo (FCT) que está obteniendo resultados enormemente positivos al permitir la incorporación de nuestros estudiantes al mundo laboral y la adquisición de la consiguiente experiencia profesional. Deben remunerar la formación y fomentarla si quieren aumentar la productividad y equilibrar oferta y demanda de profesionales. En este momento la demanda de titulados en formación profesional por parte de las empresas no queda, en muchos sectores, cubierta por una oferta deficitaria.
Los tutores de aprendizaje han de actuar como correa transmisora, entre empresa y escuela, para adecuar la formación en nuestros centros a la demanda del sistema productivo y poder contribuir con el resto de los implicados en la mejora de la calidad de la FP.

El Departament d’Ensenyament y el sector empresarial deberían orquestar medios ágiles y sencillos para que el profesorado pudiera mejorar su formación con estancias en las empresas, sin descuidar otros medios.

No pretendo agotar el tema, para eso se ha realizado el estudio que espero se traduzca en actos, pero hay un problema básico pre-profesional, la ESO, que tiene hondas raíces sociales y desaprovecha una formación profesional que el sistema educativo ofrece, las empresas demandan y la sociedad necesita. De nada sirve deprimirse esperando un cambio de mentalidad que premie el esfuerzo y la inversión en capital humano frente a la recompensa inmediata del dinero fácil. Dignifiquemos la FP ofreciendo una enseñanza de calidad y mejoremos el sistema de información y orientación profesional empezando por los tutores de la ESO y las instituciones educativas. Que cada palo aguante su vela y el viento favorable del crecimiento económico continué asegurando puestos de trabajo a nuestros titulados y mejore sus expectativas de futuro.

En favor de los profesionales que nos dedicamos a la Formación Profesional he de decir, que dedicamos muchos esfuerzos a actualizar nuestros conocimientos para adaptarnos al cambiante mundo empresarial y que introducimos en las aulas los recursos necesarios para que nuestros alumnos sepan adaptarse a las condiciones del mercado de trabajo, con autonomía, capacidad de decisión y la actitud necesaria para no dejar de aprender. Prueba de ello es la evolución que han seguido nuestras aulas, junto a las mesas tradicionales conviven los ordenadores con los programas profesionales más utilizados, junto a la pizarra clásica se utiliza la pantalla y el retroprojector conectado al ordenador (pizarra digital), para guardar la información utilizamos los lápices de memoria… y lo mejor de todo ello es que los titulados acreditan una gran cualificación que les proporciona trabajo aún antes de finalizar sus estudios.

Los retos son grandes pero el presente y el futuro de la Formación Profesional son prometedores y nos llenan de fundadas esperanzas.

Badalona, 5 de noviembre de 2007
Marín Hontoria
Coordinador de ciclos formativos
IES BADALONA VII

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