viernes, 19 de noviembre de 2010

Una piedra en el camino


Nuestro país ni tiene petróleo, ni minas de diamantes, esmeraldas, oro o recursos naturales de gran valor. La riqueza de nuestro país radica en las personas, en su formación, en sus ideas, en su creatividad y capacidad de innovación. Así nos vemos, en el pelotón de los torpes según el informe Pisa.

Todos estamos de acuerdo en que hay que cambiar el sistema educativo, los modelos de aprendizaje y los curriculums. El aprendizaje es un proceso social en el que todos estamos comprometidos, si los individuos que componemos la sociedad no cambiamos nuestras estructuras mentales y nuestro sistema de valores seguiremos anclados en la sociedad industrial, con sus esquemas repetitivos, memorísticos, dependientes y acríticos. La escuela debe abrir sus puertas y derribar sus muros.

Las TIC han contribuido de forma decisiva a la democratización del conocimiento. Los profesores ya no ostentamos su monopolio ni podemos saberlo todo, lo que nos obliga a cierta dosis de humildad, a buscar canales para compartir y mantenernos al día, cada día. Nuestro papel ha de ser el de guías, coordinadores, conductores, tutores, ayudando a seleccionar la información, los materiales, reforzando la autoestima…

Hoy más que nunca necesitamos formar personas independientes, sin miedo al fracaso, con espíritu critico, creativo, colaborativo y emprendedor. Hemos de enseñar a nuestros alumnos a expresarse, por escrito y de forma oral, fomentando los debates, la escucha atenta, el respeto a la diversidad y la gestión de las emociones.

Avanzamos hacia un sistema de enseñanza que combine las ventajas de la enseñanza presencial con la enseñanza a distancia, un mestizaje que reúna lo mejor de cada casa para conseguir armonizar el crecimiento personal con el profesional.

Para que podamos dar el salto debemos poner la educación en el centro de las prioridades sociales y darle un lugar destacado en los presupuestos generales del Estado. Sin recursos, el fracaso escolar seguirá siendo el exponente de una sociedad sumida en la más absoluta mediocridad.

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