SEQUÍA

 

SEQUÍA


Año 2030, el futuro apocalíptico profetizado por los augures ha llegado. Los cambios en cadena acaecidos en el planeta tierra han puesto a la humanidad al borde del precipicio, un paso más y la tierra se verá libre de esta especie invasora, tóxica y destructora que la colonializa.

La explotación irracional de los recursos naturales, la contaminación de la tierra, del agua y del aire, el cambio climático, la sequía y desertificación de la mayor parte del planeta, la malévola utilización de la inteligencia artificial, la tecnificación y robotización de la sociedad y sus procesos productivos, las guerras por el control del agua y las materias primas, las hambrunas y enfermedades derivadas, han conducido a la humanidad a su casi total extinción.

Los escasos supervivientes que han conseguido sobrevivir en reductos fortificados, alrededor de pozos de agua sin contaminar, se enfrentan a duras condiciones de vida. La producción de alimentos está limitada por la escasez del agua que está racionada, por las dificultades que supone encontrar y poder extraer tierra sin contaminar, por la falta de frutas, verduras y cereales que cultivar, el reducido número de animales de granja que hay que cuidar y la ausencia de combustibles.

En medio de este panorama desolador, un grupo de supervivientes liderados por Helena, una valiente y determinada joven, decidió que no podían rendirse ante la adversidad. Conscientes de que la supervivencia de la humanidad dependía de su capacidad para adaptarse y superarse, se embarcaron en una misión audaz: buscar una solución para superar la sequía y restaurar la vida en la Tierra.

Empujados por la acuciante necesidad y guiados por la fuerte intuición de Helena, el minoritario grupo emprendió un viaje arriesgado hacia un remoto lugar, pues se rumoreaba que aún existía un oasis mítico, un último reducto de biodiversidad y vida en medio del árido desierto que los circundaba. A lo largo de camino, durante inacabables días, enfrentaron miedos y peligros bajo un sol ardiente en contraste con las gélidas noches estrelladas, pero su determinación nunca flaqueó gracias a su mutuo apoyo y al carisma de Helena.

Finalmente, extenuados, cuando flaqueaban sus fuerzas, llegaron al oasis soñado, lleno de verdor y vida en medio del desolador paisaje que acababan de atravesar. Allí, encontraron a Mitra, una sabia anciana que había vivido en ese lugar durante décadas, protegiendo la diversidad de plantas y animales que allí habitaban. Compartió su sabiduría ancestral con el grupo y les reveló un secreto guardado celosamente: la existencia del manantial de vida.

Mitra les explico que el agua contenía y grababa en su estructura memorias, recuerdos, intenciones y plagarías desde tiempos inmemoriales, que había escuchado las suyas y les había conducido al manantial después de superar las difíciles pruebas que se presentaron a lo largo del camino, mostrando un gran coraje, ingenio y cooperación. El manantial era una fuente de agua pura y revitalizante capaz de restaurar la vida en la Tierra. Helena, con su firme determinación, se acercó y bebió del agua diamantina. De repente, sintió cómo la vida fluía nuevamente por sus venas, revitalizándola y dándole una nueva esperanza.

Con las cantimploras llenas del agua crística y llenos de energía, el grupo regresó a su comunidad fortificada. Compartieron el milagro del agua, su capacidad de depurar el agua contaminada y multiplicarse, y comenzaron a cultivar plantas resistentes a la sequía utilizando técnicas de permeacultura y riego eficiente. Poco a poco, la tierra árida comenzó a reverdecer, los cultivos se multiplicaron y la comida se volvió más abundante.

La noticia de la hazaña de Helena y su grupo se extendió por otros asentamientos, compartieron el agua milagrosa inspirando a otros supervivientes a utilizar una agricultura regenerativa y trabajar juntos para enfrentar la sequía, creando una red solidaria en la lucha por la supervivencia.

A medida que pasaba el tiempo, la Tierra comenzó a sanar lentamente. Los desiertos al favorecer el proceso de oasificación, se convirtieron en fértiles tierras de cultivo, los ríos y lagos renacieron con vida, y la biodiversidad volvió a florecer. La sequía fue superada y la humanidad, renacida de sus cenizas, habiendo aprendido de sus errores pasados, vivió en armonía con la naturaleza, protegiendo los recursos, valorando cada gota de agua como un tesoro preciado, y construyendo un futuro sostenible y esperanzador.

Marín Hontoria

Comentarios