martes, 26 de marzo de 2024

EL MIMO CALLEJERO

 EL MIMO CALLEJERO

En Colombia, durante los convulsos años 80, el país se vio sometido al dominio del narcotráfico, que afectó a todas las esferas de la sociedad, dejando un rastro de violencia y miedo. Los candidatos presidenciales, periodistas, defensores de derechos humanos, senadores, jueces y ministros, así como comunidades enteras, fueron víctimas de este flagelo. Entre el caos y la desesperación, surge la historia de Luis Ángel, un joven decidido a desafiar un negro futuro que amenazaba con consumir toda esperanza.

Luis Ángel, un recién graduado de artes escénicas de 22 años, encuentra en el arte del mimetismo una forma de escapar del horror que asola su país. En el Parque Simón Bolívar de Medellín, pone en práctica las habilidades aprendidas en la Academia del Teatro, entreteniendo a los transeúntes con su ingenio y destreza. Imita a los que pasan, regala flores de papel a las chicas, peina a los calvos, pasea perros, torea bicicletas, abre el paso a las mamas con sus coches de bebe, barre la calle para que pasen señores/as distinguidos/as. Cuando es la hora de juegos de los niños, crea un espectáculo en el que anda sobre un hilo imaginario, se sienta en una silla invisible, abre y cierra puertas, tropieza, choca contra muros, o bien crea juegos con globos en los que hace participar a los niños y niñas. De esa manera, Luis Ángel encuentra en su arte una vía para llevar un rayo de luz a un mundo sumido en la oscuridad.

Sin embargo, la situación en Colombia se torna cada vez más peligrosa, y un trágico incidente, con un amigo que es abatido al ser confundido con un sicario, lo impulsa a tomar la decisión de dejar su tierra natal en busca de un futuro más prometedor. Así, con la maleta llena de sueños y esperanzas, emprende un viaje hacia Barcelona, donde espera encontrar un nuevo hogar y oportunidades para desarrollar su arte.

En el barrio del Raval, encuentra refugio entre otros migrantes colombianos que comparten su anhelo de construir una vida mejor. Pronto, se aventura en las bulliciosas Ramblas de Barcelona, donde despliega su talento como mimo callejero. Aprende a qué horas y en qué lugares puede captar mejor la atención de los paseantes, pero el tiempo pasa y apenas le llega para pagar la habitación, los servicios y comer frugalmente. 

Aunque el camino hacia el éxito está lleno de obstáculos, con determinación y perseverancia, Luis Ángel comienza a ganarse el respeto y la admiración de la gente, pero el tiempo pasa y su maleta sigue llena de sueños incumplidos.

El día de su vigésimo quinto cumpleaños, mientras se prepara para su actuación junto a la fuente mágica de Montjuic, una moneda desconocida llama su atención. Con extraños símbolos grabados en ella, la moneda despierta en Luis Ángel la esperanza de que tal vez su suerte esté a punto de cambiar, al cogerla y verla brillar en su mano.

El espectáculo comienza y, para su asombro y el del público, ocurre algo extraordinario. Un magnífico ramo de rosas azules aparece misteriosamente en sus manos, llenando el aire de una fragancia celestial, que acaba regalando a una anciana que se emociona al recibirlo. Impulsado por unas sensaciones desconocidas, Luis Ángel se siente poseído por una fuerza superior a él que guía sus movimientos, aunque no entiende qué le está sucediendo. Asiente con humildad, como el ciego que mira en la oscuridad sin ver, y se entrega sin reservas al milagro que lo domina. Saca una cuerda de su maleta, la deposita en el suelo y esta empieza a erguirse como si se tratara de una cobra real. Se frota las manos con polvos de talco, sube por la cuerda mano sobre mano, al llegar a cierta altura parece asir una barra de la que queda colgando y, desafiando la gravedad, empieza a hacer acrobacias como si estuviera en un circo. La multitud, atónita, lo contempla maravillada, mientras él mismo se sorprende por la magia que está teniendo lugar. Después de balancearse, da una voltereta y cae repentinamente quedando boca abajo sujeto solo por los empeines, vuelve a caer esta vez para rebotar en una invisible red y acabar en el suelo con los brazos abiertos.

El gentío que ahora se arremolinaba en la fuente, después de unos momentos en los que se hizo un silencio expectante, rompió a aplaudir mientras Luis Ángel se arrodillaba y daba gracias al universo sin poder frenar un mar de lágrimas, desdibujando el maquillaje de su cara. Ese día tuvo el mejor regalo de cumpleaños de su vida, una moneda extraña, una maleta llena de sueños cumplidos y una experiencia increíble que desde ese día se repetiría creando variados y maravillosos espectáculos.

Los medios de comunicación capturan el momento, difundiendo la historia del mimo colombiano que desafió todas las adversidades para alcanzar las estrellas. Luis Ángel se convirtió en un símbolo de esperanza, recordándole al mundo que, incluso en los tiempos más oscuros, el poder del arte y el espíritu de superación pueden iluminar el camino hacia un futuro mejor.

Y así, el joven que una vez soñó con escapar de la violencia y el caos, con su maleta de cartón que siempre lo acompaña, se convirtió en un faro de inspiración y esperanza para todos aquellos que se atrevían a soñar en grande. Su historia nos recuerda que, aunque el camino hacia nuestros sueños pueda estar lleno de obstáculos, nunca debemos renunciar a la belleza y la magia que yacen en nuestro interior, porque, al final del día, son ellos los que nos guiarán hacia la verdadera felicidad.

Marín Hontoria

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