La única mujer a la que puedo amar
es aquella que comprende que su vida siempre es aquí y ahora.
Es valiente y persigue sus sueños,
superando la distancia y los desencuentros, apostando por ser feliz.
A pesar del maltrato y del secuestro,
es capaz de irse con lo puesto y volver a comenzar.
Derrama lágrimas y se conmueve,
sabe sembrar flores en la tierra común.
Aunque siempre suele dar, también sabe pedir,
es tierna y se avergüenza del racismo y de la osada ignorancia ajena.
Sabe ser humilde y confiada, ganándose el respeto
con la dulzura de su poder personal y el amor que fluye por sus venas.
Ama la verdad y la alegría con las que vibra su ser interior,
y deja pasar el viento por sus ventanas abiertas.
Se entrega sin reservas a sus hijos y a sus nietos,
baila con gracia celebrando la ocasión de reír y compartir.
A pesar de los duros desengaños,
es capaz de volver a enamorarse y tocar el cielo con las manos.
La única mujer que puedo amar… eres tú,
porque tú y yo somos uno,
dos gotas de agua en el océano del amor.
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