miércoles, 1 de diciembre de 2010

Remar contra corriente


Aprender es como remar contra corriente: en cuanto se deja, se retrocede.
Edward Benjamin Britten (1913-1976) Compositor británico.

lunes, 29 de noviembre de 2010

UN MUNDO DE GENTE RENTABLE



Un ensayo de la filósofa Martha Nussbaum y expertos españoles alertan del peligroso arrinconamiento de las humanidades en favor de una educación mercantilista

JESÚS MIGUEL MARCOS Madrid 28/11/2010 08:32 Actualizado: 28/11/2010 10:51
Público.es

Seguro que recuerdan aquel chiste de un ingeniero, un físico y un informático que se quedan tirados en una autopista. Los dos primeros se enzarzan en una discusión sobre si hay que revisar la correa de distribución o la temperatura del radiador. El informático, mirándoles con cierta incredulidad, concluye con esta pregunta: ¿Y si salimos y volvemos a entrar? Da risa, pero es probable que su sugerencia sea incluso más práctica que la que hubiera ofrecido un filósofo. Por ejemplo: ¿Qué premisas podemos establecer para construir argumentos válidos que nos encaminen a una solución a nuestro problema en la autopista?

"¿Cómo se nos ha ocurrido meter a este en el coche?", dirían los otros tres, pensando con razón que las elucubraciones del filósofo podían abrir sus mentes, pero de ningún modo iban a arrancar el vehículo.

Que un chiste cuente que lo que no tiene un valor práctico inmediato no tiene valor nos hace reír, pero cuando se hace realidad se puede transformar en la peor broma macabra. Desde hace algunos años, existe la tendencia en los sistemas educativos de todo el mundo de arrinconar las humanidades (Filosofía, Filología, Historia...) en favor de los estudios con una proyección mercantilista.

"Los ciudadanos serán máquinas utilitarias", advierte Nussbaum


El reciente Plan Bolonia o la reducción de la carga horaria de Filosofía en la Educación Secundaria son sólo dos ejemplos de un fenómeno que ha sido contestado con ruidosas protestas desde la comunidad académica. "Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia", escribe la filósofa estadounidense Martha C. Nussbaum en Sin fines de lucro (Katz).

Nussbaum, prestigiosa profesora en Harvard y una de las cien intelectuales más relevantes de 2010 según la revista Foreign Policy, ha escrito un libro en el que alerta del peligro de que aparezcan "generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales capaces de pensar por sí mismos".

CIUDADANO ROBOT

No pienso, no protesto

En el año 2001, la compañía de energía Enron entró en bancarrota después de que sus dueños protagonizaran uno de los fraudes empresariales más espectaculares de la historia. Muchos trabajadores sabían lo que estaba pasando, pero ninguno alzó la voz. "La autoridad y la presión de los pares hacían que la gente no protestara, incluso cuando las cosas se pusieron realmente feas. Necesitamos producir gente que se sienta impulsada a ser crítica, tanto para lograr un futuro saludable en la cultura de empresa como, por supuesto, para la política", responde a Público Nussbaum.

El ciudadano adquiere las herramientas para desempeñar un trabajo, aprende conocimientos de aplicación inmediata y claramente dirigidos a promover el desarrollo económico, pero se deja a un lado la formación de su capacidad intelectual, de pensamiento crítico y de reflexión. "Se están cambiando las premisas de la educación: de un sistema donde se primaba la formación intelectual se está pasando a una enseñanza utilitaria. Estamos viviendo un proceso de conversión de las universidades en un modelo muy impreciso de escuelas laborales", razona el decano de Filología de la UNED, Antonio Moreno.

CIUDADANO ÚTIL
Produzco, luego existo

Existe un abandono de aquellos conocimientos que no tengan una aplicación mercantil directa. Ahora prima la empleabilidad. No se forma a la persona de forma integral, sino que se persigue una educación que la convierta en sujeto de rendimiento inmediato en el ámbito económico. El ser humano como una pieza más del engranaje de un sistema productivo que requiere de ciudadanos fácilmente intercambiables que no se planteen otros posibles escenarios.

Para Ángeles J. Perona, profesora de Filosofía de la Complutense de Madrid, "esto conduce al adocenamiento del individuo, cierra su vida, su horizonte, e incluso limita mucho los criterios sobre su propia valía. Si haces algo que no tiene rendimiento mercantil, eres una persona excéntrica o un vago. Y hoy en día el criterio para juzgar es sólo ese".

CIUDADANO NEOLIBERAL
El mundo, un mercado

"Se está cambiando el modelo educativo de forma opaca", dice Antonio Moreno
El arrinconamiento de las humanidades está directamente relacionado con una concepción neoliberal de la educación: se forma a los individuos en función de las necesidades económicas de un país. "Las universidades pierden una de sus funciones fundamentales, fomentar la conciencia crítica respecto al status quo. Se propicia la integración económica, pero vamos a crear ciudadanos que no cuestionan el modelo económico y social porque no tienen herramientas para hacerlo", afirma la escritora Marta Sanz.

La universidad y la Educación Secundaria Obligatoria cada vez ofrecen programas más acordes con las necesidades de las empresas. Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía de la Complutense, lo ilustra con un ejemplo: "En una ocasión, un economista vino a dar una charla a la facultad para decir que las empresas necesitaban las humanidades, que los ejecutivos tuvieran cultura general, porque no podían ir a hacer una entrevista a Japón y no saber que hay que descalzarse para entrar en una casa. Eso van a ser las humanidades".

CIUDADANO INFANTIL

Me quejo, no actúo

Estas tendencias aparecen, precisamente, en lo que se ha llamado la sociedad del conocimiento, un mundo interconectado donde los individuos tienen acceso a un volumen de información inimaginable. Sin embargo, conocer no es sólo saber cifras y datos, sino analizar los contenidos que la persona recibe y devolver algo nuevo y distinto a la sociedad.

"Se está instalando el fenómeno del infantilismo, donde el individuo se cree que tiene acceso a todo, sin trabas, lo que es algo falaz. Cuando no lo consigue aparece el victimismo: la sensación de que se nos debe todo y nos quejamos de forma permanente. En lugar de asumir el papel de sujeto que actúa, somos pasivos, víctimas de un conjunto de factores que sencillamente nos impiden ser niños otra vez", explica Antonio Moreno.

CIUDADANO INMEDIATO

Logros a golpe de ‘click'

Las nuevas consignas educativas también quieren controlar el tiempo. "Ahora nos piden cronogramas de los programas: el tema 1 en dos semanas, el tema 2 en una semana... Eso impide que yo pueda cambiar el ritmo de mis clases en función de las preguntas de mis alumnos. El tiempo se mecaniza, se instala una sensación de seguimiento de las personas con la excusa de que te preocupas, cuando en realidad lo que haces es ahogarles", indica Ángeles J. Perona.

Se impone la idea de inmediatez, aumentada por las infinitas posibilidades que ofrece una tecnología cuyo poder no parece tener límites. Para Antonio Moreno, "el deslumbramiento de la tecnología, que aparentemente nos suministra un acceso a toda la información, crea una ficción de interpretación de la realidad y no contempla los intangibles del conocimiento. No son datos, son operaciones que tiene que realizar el sujeto. Y al sujeto hay que ilustrarlo, porque si lo toma de la red son opiniones prestadas, no un análisis propio".

CIUDADANO AISLADO

El otro no existe

Martha Nussbaum cree que una educación errónea es una de las causas que conducen a sistemas como el totalitarismo. Considera vital que se instruya a las personas desde muy pequeñas en la comprensión y experiencia de los otros. "La incapacidad para entender a los otros como seres humanos plenos fue una parte prominente del nazismo. El psicólogo Robert Jay Lifton hablaba del fenómeno de la disociación: los alemanes de la época eran capaces de tratar con gran humanidad a su familia y a continuación tratar a los judíos como meros objetos", explica Nussbaum.

"Esto conduce al adocenamiento del individuo", según Ángeles J. Perona

Los problemas de la actualidad, descontextualizados, aíslan al ciudadano, que sin los conocimientos de fondo que aportan las humanidades se vuelve más vulnerable. "Se cercena su curiosidad y se le priva de muchos placeres, como es el disfrute de la cultura. Esta educación tan enfocada a satisfacer las necesidades del mercado incluso atenta contra la posibilidad de ser felices y de ser buenos. Moralmente buenos. Ser mejores personas: más solidarios, más consecuentes, más generosos...", sostiene Marta Sanz.

CIUDADANO INDEFENSO

Soy lo que quieren que sea

Las posibilidades para el individuo se reducen a una sola variable: el valor de su producción en el mercado. "Se nos impone una noción de producción muy mercantil, muy capitalista. ¿Porque qué se entiende por producción? Un libro de poesía es una producción, algo nuevo y valioso, pero claro, su rentabilidad económica no es tan valiosa", explica Ángeles J. Perona.

Carlos Fernández Liria cree que "el totalitarismo neocon, que es el que ha impulsado este tipo de educación, va a imponer en la cabeza de la gente que nada que no tiene valor en el mercado tenga valor en sí mismo". Las personas, por lo tanto, tendrán valor cuando el mercado lo decida.
__________________________________________________
Bolonia, una amenaza para las humanidades

Mercantilismo
Criterios de rentabilidad

El Plan Bolonia que se está implantando en las universidades de Europa “es perjudicial para las humanidades. Los debates para fijar qué grados se iban a aceptar se basaban en criterios mercantiles. Han estado a punto de desaparecer determinadas filologías por poca matrícula”, dice Ángeles J. Perona.

Competencias
Del ‘saber’ al ‘saber hacer’

Según el decano de Filología de la UNED, “se sustituye el aprendizaje de contenidos por las competencias, que es un saber hacer. Los contenidos los incorporas para desarrollar destrezas muy concretas en un ámbito muy determinado. Las ciencias puras tienen una situación muy difícil”.

Interés empresarial
Estudiar lo que produce

“Pervivirán las asignaturas que tengan interés empresarial. Se ve en el ámbito de los medicamentos: las investigaciones no van por la verdad ni el interés general de la humanidad, sino por lo que dicte el mercado”, asegura Carlos Fernández Liria.

domingo, 28 de noviembre de 2010

¿Formarnos nos sacará de la crisis?



NO SIRVE ESTUDIAR CUALQUIER COSA; HAY QUE VER QUÉ DEMANDA EL MERCADO

Aumenta el número de estudiantes de bachillerato; se dispara la demanda en FP y en las pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 años; hay más gente estudiando másters... La receta "contra la crisis, formación" ha calado. ¿En qué se traducirá todo ese esfuerzo?

Mayte Rius | 27/11/2010 | "LAVANGUARDIA. BARCELONA"

El curso pasado se apuntaron a un máster oficial 81.840 personas, 32.000 más que un año antes. Y si la referencia es el curso 2006-2007, hablamos de un aumento del 424%, de 66.237 personas más. Personas como Vicente Masiá, que a los 43 años y tras quedarse en paro (era director de producción en una gran empresa) ha decidido reorientar su carrera profesional con la ayuda de un máster en dirección de empresas. O como Ana Plaza, periodista de 26 años, en paro, que estudia un máster para reciclarse en el ámbito del marketing corporativo. Pero no son sólo los licenciados quienes, como consecuencia de la crisis, han vuelto a las aulas. También lo han hecho jóvenes que interrumpieron su educación para ponerse a trabajar, seducidos por la idea de, sin haber cumplido los 20, disponer de 900 o 1.000 euros mensuales. Así lo cuenta Iván Oriol, de 23 años, que colgó los libros con 19 años –el día que iniciaba sus estudios de Topografía–, y el año pasado, viendo que su futuro como albañil o camarero no era muy prometedor, se matriculó en Ingeniería Mecánica.

Las cifras de matriculados en ciclos formativos (lo que conocemos por formación profesional) de grado medio y de grado superior tampoco dejan lugar a dudas sobre la decisión de miles de personas de mejorar su formación: 70.000 alumnos certeza la afirmación del rector del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Rafael Reif, de que las naciones que prosperan son las que invierten en el capital humano, cabría pensar que estamos a las puertas de una era de prosperidad en España. Pero, después de reflexionar sobre ello con expertos en educación y en economía, la cosa no está tan clara.

En primer lugar, porque una parte importante de quienes ahora optan por estudiar son personas que en otros países seguramente aún estarían en las aulas, pero que durante la década mágica española (1996-2006) abandonaron las escuelas para irse a trabajar a una obra o a un chiringuito y alimentaron la tasa de fracaso escolar hasta lograr que duplicara la media europea. Según las estadísticas oficiales, en España el 31,9% de los chavales no acaba sus estudios de secundaria (la media en la UE es del 14,9%), y el porcentaje es muy superior entre los varones. Y es ese goteo de abandonos prematuros, entre otras razones, lo que ha configurado a la española como una sociedad diferente en lo que a educación y a niveles formativos se refiere: prácticamente la mitad de la población adulta posee, como mucho, estudios equivalentes a la ESO; dos de cada diez han cursado bachillerato o formación profesional de grado medio, y el resto dispone de estudios superiores. Eso significa que tenemos más licenciados que la media europea, menos gente con estudios secundarios, pero, sobre todo, mucha más población con bajos niveles de formación (49% frente al 28%). Eso justifica, según los expertos, muchos de los desequilibrios del mercado laboral español, como que la tasa de sobrecualificación –que mide el porcentaje de licenciados que desarrolla un trabajo por debajo de su preparación– sea del 44% entre los jóvenes, o que la tasa de paro sea muy superior a la de otros países del entorno que también sufren la crisis. Porque la recesión no se ha cebado igual en todos los jóvenes, y la formación se ha confirmado como una buena protección frente al desempleo, aunque sólo sea porque un licenciado puede acceder a un puesto de camarero o de telefonista sin problemas, pero quien no tiene estudios no puede optar a empleos que requieren titulación.

Con este panorama, "la vuelta a las aulas era un cambio de tendencia necesario", afirma Isabel Neira, economista y profesora de Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Santiago de Compostela. Añade que, según las teorías económicas, la formación tiene unos beneficios individuales –mayor salario, menor tasa de paro, más posibilidades de inserción laboral– y también colectivos, porque tener una mano de obra mejor preparada significa ser más productivos y contribuye al desarrollo económico. Así se ha hecho patente, a lo largo de la historia, en muchos países. Neira explica que buena parte del espíritu emprendedor que caracteriza a Estados Unidos tiene que ver con la inmigración irlandesa, con que muchos de esos inmigrantes eran personal muy cualificado –fruto del buen nivel educativo de los colegios católicos de Irlanda–, que se dedicaron a emprender negocios. Y añade que también en los países NIC, los recientemente industrializados (como los asiáticos), la apuesta por formar a la población analfabeta para que fuera capaz de trabajar en las fábricas y la decisión de mantener el porcentaje del PIB dedicado a educación incluso durante la crisis asiática de 1997 han incidido en el gran despegue de sus economías.

"Estoy convencida de que también en España el esfuerzo en formación que se está haciendo ahora se va a traducir en más desarrollo, porque la crisis tendrá que acabar y esos trabajadores mejor formados podrán ocupar empleos cualificados, serán más productivos y también contribuirán a crear nuevas empresas; por eso en lugar de considerarlos la generación perdida, creo que hay que generar confianza en los jóvenes, porque es la generación que nos va a sacar de la crisis", asegura Neira. Pero no oculta que hay un riesgo en este idílico panorama: que esta mano de obra cualificada no encuentre un trabajo adecuado a su formación y acaben siendo trabajadores insatisfechos. La clave, en su opinión, está en cambiar de mentalidad y promover el emprendimiento. "Hay que convencer a nuestros jóvenes de que la cuestión no es esperar a ver qué les ofrecen las empresas o quejarse de que no ofrecen nada, sino plantearse "¿qué puedo ofrecer yo, que tengo una formación superior a la media, al mercado?"", dice.

Julián Pavón, catedrático-director de la escuela de negocios Cepade, de la Universidad Politécnica de Madrid, coincide en que, de las crisis, con frecuencia emergen emprendedores que se convierten en tales forzados por las circunstancias. "Lo que puede ocurrir es que personas que tienen una formación técnica y una experiencia profesional acumulada, ahora, con una formación complementaria, se orienten hacia una vocación emprendedora y con ello contribuyan al despegue económico", reflexiona Pavón. Y añade que la mayor formación también puede ayudar a corregir la falta de mentalidad europea que tienen muchos trabajadores, que aunque el mercado laboral español esté mal ni se plantean aprovechar las oportunidades que hay fuera. Antonio López, sociólogo y catedrático de Trabajo Social en la UNED, no duda de que la mayor formación de los jóvenes, tanto en idiomas como en conocimientos y competencias, se trasladará a mayores tasas de emprendimiento tanto a la hora de impulsar empresas propias como de salir fuera del país. Y advierte que esto supondrá un cambio enorme en una sociedad tan familiar como la española, así como la ruptura de los esquemas tradicionales de carrera profesional y de integración de las clases medias, vinculados a entornos seguros (la aspiración de trabajar en grandes empresas o como funcionario) y a un concepto de movilidad ascendente.

Pero los expertos advierten que tener gente bien formada es condición sine qua non para el desarrollo económico pero no suficiente. Se requieren más cosas. "Los niveles de cualificación no lo son todo; hace falta también generar demanda, apostar por una economía del conocimiento; las oportunidades se darán no porque la gente se forme, sino porque se incentive que las empresas inviertan en sectores de alto riesgo y se abandone un sistema productivo basado en la economía del ladrillo", apunta Francesc Pedró, analista principal del centro de investigación e innovación educativa de la OCDE.

También Manuel de Puelles, catedrático de Política de la Educación de la UNED, subraya que no basta con que la gente vuelva a estudiar para asegurarnos una etapa de expansión económica: "Las empresas también tienen que adquirir mayor capacidad de innovación, invertir en investigación; sólo si hay un esfuerzo convergente, si la gente se forma y al mismo tiempo las empresas cambian e innovan, daremos un paso de gigante". Por otra parte, enfatiza que el déficit de formación que España arrastra respecto a Europa no se resuelve en seis meses ni un año, aunque la actual apuesta por la formación profesional puede contribuir a corregir desequilibrios. De Puelles recuerda que, según los datos de la OCDE, hace dos años los titulados en FP superior eran un 2%, y en el curso 2006-2007 ya habían llegado al 14%. "Hay una pujanza de la formación profesional superior, porque algunos alumnos al acabar el bachillerato prefieren decantarse por estudios que los encaminen hacia un buen empleo de forma más rápida y no van en masa a la universidad como antes; pero el problema y la clave está en la FP de grado medio, la que se hace al terminar la ESO, donde tenemos un 39% de titulados, frente al 51% de la UE".

Pedró coincide en que se necesitan más titulados de grado medio. "España tiene una inflación de titulados universitarios que puede ser interesante desde el punto de vista del individuo, pero no como sociedad, porque formar a un universitario tiene un coste que en más de un 80% lo asume el conjunto de los ciudadanos, cuando el interés como país son las titulaciones medias y quizá serían esas las que habría que incentivar", indica. Otras fuentes van más allá y se preguntan si vale la pena, como sociedad, financiar los 35.000 o 40.000 euros que cuesta al erario público un licenciado para que acabe clasificando cartas, en referencia a la elevada tasa de carteros con titulación universitaria.

Isabel Neira, por su parte, opina que no sobran universitarios, que el problema es que no se tienen los titulados necesarios para el actual mercado de trabajo (faltan por ejemplo médicos en muchas especialidades), y que la cuestión es encajar la oferta educativa con la laboral y, al tiempo, ajustar las expectativas. "Si la UE aspira a que el 50% de la población tenga educación superior, no hacen falta menos universitarios, sino transmitir que no todos los que se titulan en Administración de Empresas serán directivos, sino que la mayoría trabajará de mando intermedio y, por muchas razones, no cobrará lo mismo que en Alemania", ejemplifica.

Lo que todos los expertos consultados tienen claro es que la formación sólo será determinante para el crecimiento del país si está bien orientada, que no sirve estudiar cualquier cosa. "Si no se tiene en cuenta el mercado del trabajo, será dinero tirado; hay que formarse, desde el instituto, pensando en el mercado laboral, porque si hay un desajuste entre la oferta formativa y la de puestos de trabajo, la inversión en formación se desaprovechará y esas personas deberán volver a formarse al acabar sus estudios para poder encontrar empleo", alerta Lorenzo di Pietro, director de Porta 22, que analiza y difunde las tendencias del mercado laboral. Y añade que eso es lo que está pasando ahora, que muchas personas necesitan volver a formarse porque los estudios o la experiencia profesional que tenían ya no les sirven, el mercado no los absorbe (por ejemplo, muchas profesiones relacionadas con la construcción). Di Pietro enfatiza que para este perfil de trabajadores que necesitan reciclarse es muy interesante la formación ocupacional no reglada. "Hay que promover módulos formativos breves que te capaciten para las competencias más demandadas ahora mismo en el mercado de trabajo", explica.

Francesc Pedró critica que hay mucha información sobre los estudios que se pueden cursar pero muy poca sobre a qué conducen esos estudios y dónde están las oportunidades de empleo, porque estima fundamental una buena orientación sobre qué y cuándo estudiar. El director de Cepade, Julián Pavón, comenta que muchas de las personas que ahora retoman su actividad formativa van desorientadas: "Aparecen antiguos alumnos, de 35 o 40 años, con 15 de experiencia profesional, que te dicen "¿ahora qué hago?"". Opina que para quienes tienen una profesión o preparación técnica puede ser interesante formarse en marketing o en administración de empresas para potenciar vocaciones emprendedoras, pero subraya que lo importante es disponer de una buena orientación, porque no necesita la misma formación quien estudió Derecho que quien cursó una Ingeniería, ni quien pretende continuar la misma trayectoria profesional que quien desea cambiarla.