LA
RADIO DEL ABUELO
En una noche de tormenta, Isidro y Violeta se encontraron frente a un misterio que tenía a la vieja radio como protagonista. El aparato que perteneció a su abuelo, tenía un aspecto retro y un sonido cálido que evocaba tiempos pasados. La electricidad había fallado, sumiendo la casa en una oscuridad absoluta solo rota por los rayos y los truenos que iluminaban el firmamento El sonido de la lluvia golpeando las ventanas era la única compañía, hasta que un extraño susurro comenzó a emanar de la radio apagada en la esquina del salón.
Intrigados, Isidro y
Violeta se acercaron a la radio. El susurro se intensificó, formando palabras
incomprensibles. De repente, una voz desconocida emergió de la estática: era la
voz del abuelo de Isidro, al que fusilaron en una cuneta al principio del "glorioso
alzamiento nacional". Una de las numerosas ejecuciones sin sumario que se
prodigaron en las dos zonas de España y que nos deshonraron por igual a los
españoles de uno y otro bando.
Isidro
nunca había conocido a su abuelo, pero las historias contadas por su abuela y
su madre sobre su trágico destino estaban grabadas en su memoria.
A
medida que la voz del abuelo se comunicaba a través de la radio, sus palabras
iban acompañadas de recuerdos y anécdotas personales. Compartió vivencias de su
juventud, describiendo los días soleados en los que jugaba en los campos de la
infancia y las noches en las que escuchaba música junto a su amada esposa en la
misma radio. Narró con pasión sus ideales políticos, recordando sus años como
activista comprometido con la justicia social y la igualdad. Sus palabras
también fluían con amor al hablar de su mujer y de sus hijos, cuya imagen se mantenía
viva en su corazón incluso después de tantos años.
El
abuelo, con palabras llenas de moción, les habló desde el más allá a través de
la radio. Era como si la vieja radio fuera un puente entre el mundo de los
vivos y el de los muertos. Les explicó cómo la insidia del teniente de requetés
al mando de las tropas que lo custodiaban le dio el “paseíllo” a las 5 de la
mañana, junto con otros 4 detenidos, todos por ser socialistas, dejándolos
tirados al borde de la carretera a la salida del pueblo. Al mismo tiempo, les
indicó el lugar donde escondió unas monedas de plata que nunca se encontraron,
a pesar de que mi abuela y mis tíos, conocedores de su existencia, las buscaran
por toda la casa.
Estas
historias permitieron a Isidro y Violeta conocerlo mejor como persona, más allá
de ser una figura histórica. Cada relato tejía una imagen más completa de su
abuelo, un hombre con sueños, esperanzas y pasiones que habían sido truncados
por la tragedia de la guerra civil.
El
misterio de la radio los dejó asombrados, y aunque nunca pudieron explicar cómo
sucedió, les recordó que a veces, en los momentos más inesperados, la respuesta
a nuestros enigmas puede llegar desde lugares inimaginables.
Impulsados
por las revelaciones de la radio y el deseo de explorar el legado de su abuelo,
Isidro y Violeta decidieron viajar al pueblo donde había ocurrido la tragedia
décadas atrás. La casa familiar se mantenía en pie gracias a los esfuerzos de
la madre de Isidro, quien había realizado reparaciones en el tejado, aunque la
cocina había quedado hundida y abandonada desde hacía años.
Con
lágrimas en los ojos, Isidro y Violeta exploraron cada rincón de la casa.
Buscaron en los lugares que el abuelo les había mencionado a través de la
radio. Finalmente, en un rincón oscuro de la cuadra, bajo el pesebre donde
comían las caballerías, ahondaron en una grieta y encontraron un pequeño cofre
de madera. Al abrirlo, descubrieron las monedas de plata que el abuelo había
escondido. Era un tesoro que había permanecido oculto durante generaciones, un
símbolo tangible del vínculo entre el pasado y el presente.
Con
el tesoro en sus manos y el mensaje del abuelo en sus corazones, Isidro y
Violeta regresaron a su casa. La vieja radio continuó emitiendo susurros
ocasionales, como si el abuelo aún quisiera comunicarse con ellos desde el más
allá. La conexión entre el abuelo y sus descendientes se había fortalecido, y
ahora tenían una parte importante de la historia familiar en sus manos.
El
tesoro de las monedas de plata se convirtió en un recordatorio de la
importancia de mantener viva la memoria de sus seres queridos y de cómo, a
veces, el pasado puede revelarse de formas sorprendentes.
La
vieja radio se convirtió en un tesoro que guardaron con reverencia,
recordándoles que algunas conexiones trascienden la vida misma y son un lazo
que une el presente con un pasado lleno de historias, amor y secretos que
Isidro y Violeta prometieron preservar y compartir con sus descendientes.