viernes, 15 de abril de 2011

Buenas intenciones no bastan


Un día el mulá Nasrudin vió a un maestro de escuela conducir un grupo de alumnos a la mezquita.
--¿Cuál es el propósito de esta actividad, docto maestro? -preguntó el mulá.
--Hay una sequía tremenda -dijo el maestro-. Esperamos que el ruego de los inocentes conmueva al cielo.
--Ruegos inocentes o culpables -respondió Nasrudin-, nada puede tener efecto sin conocimiento.
--¿Cómo puede usted probar una afirmación tan peligrosa? -farfulló el afrentado pedagogo.
--Es fácil -dijo Nasrudin-, porque si las súplicas y las intenciones dirigidas por la necesidad aparente fueran suficientes, no quedaría un solo maestro de escuela sobre la tierra. Los niños anhelan su abolición.