sábado, 16 de diciembre de 2023

NOCHE SIN LUNA

 


En una noche sin luna, donde el cielo parecía custodiar sus secretos más profundos, dos almas destinadas a encontrarse se vieron envueltas en una atmósfera de misterio y pasión. Él, un poeta enamorado de las estrellas, buscaba la inspiración entre las sombras mecidas por una suave brisa; ella, una artista del corazón, pintaba sus sueños en la tenue oscuridad.

Se encontraron en un rincón de un solitario parque de la ciudad, donde las luces de las farolas se difuminaban, dejando espacio para los pasos perdidos de los amantes. El viento soplaba sumiso, agitando hojas y flores con un suspiro cómplice, llevando consigo el aroma a jazmín y a sueños compartidos.

Él la miró a los ojos, donde se reflejaba el destello de la pasión. Sus miradas se entrelazaron como constelaciones perdidas en la vastedad del universo. El silencio, roto solo por el susurro del aire acariciando su pelo, creaba una sinfonía única para dos corazones que latían al unísono, invitándolos a bailar sumidos en una emoción que iba aumentando de tono.

Caminaron juntos por ocultos senderos, bajo la luz tenue de antiguos farolillos que derramaban un resplandor dorado sobre sus desdibujadas figuras. Cada paso era un compás, cada roce de manos un acorde, y el aire estaba impregnado de la electricidad de un amor que nacía en la penumbra y los llenaba de luz.

Se detuvieron en un mirador que ofrecía vistas al horizonte nocturno, donde las estrellas titilaban como diamantes incrustados en el terciopelo azul del cielo. Él comparó su resplandor con el brillo de sus ojos, y ella expresó que su amor era tan vasto como el universo, insondable e infinito.

Bajo la maraña de ramas de un antiguo roble, encontraron un refugio alejado de inoportunas miradas, donde la oscuridad se volvía cómplice de sus secretos más íntimos. Las manos se encontraron como dos constelaciones que trazan historias en el lienzo del espacio sideral, y los labios se rozaron como estrellas fugaces que caen en un firmamento de deseos contenidos.

Las horas pasaron veloces, y la noche, secuestrada la luna, desbocados los sentidos, se transformó en un cuadro de pasión y romance, bajo un manto de nubes cubriendo sus cuerpos desnudos. Los dos amantes se despidieron al nacer el día, llevando consigo bellas promesas y el recuerdo de esa noche donde el amor floreció en la penumbra de un solitario parque, como una rosa en un jardín nocturno, desplegando sus pétalos en el silencio enamorado de la noche sin luna.


domingo, 10 de diciembre de 2023

LA NOCHE


 La noche me cubre con su manto de silencio
rompiendo la soledad con sus latidos,
música del alma que clama al cielo
guiando mis pasos a tu puerto escondido.

Recorro tu playa siguiendo las huellas de los que me han precedido,
encuentro húmedas caracolas con sabor a mar y rumores desconocidos,
que me susurran tus palabras cuando las acerco a mis oídos,
descubriendo una mujer secuestrada por las olas en busca de su destino.

Alma, mente, corazón y vida en un corto abrazo fundidos,
pero al caminar divididos, enajenados, alienados y perdidos,
navegamos en un mar de ilusiones y de apariencias,
que nos hurtan la realidad y confunden nuestros sentidos.

 
Sin ese norte, nuestro autentico ser pierde su verdad,
sepultado bajo capas de prejuicios, de miedos e ignorancia,

robándonos la esencia que nos da la fuerza y la constancia,

que nos permite observar con meridiana claridad la realidad.



Desprovistos de nuestra verdadera identidad nos sentimos vacíos,

extraviados en el desierto de la sinrazón, llenando el cielo de lamentos,

con las alas rotas, como hojas caídas mecidas por el viento,

buscamos a gritos y en silencio, a fuera y adentro, un bendito despertar.

 

Puedes pasar de la soledad del alma al ruido de la calle o al abrazo del amigo;
de la belleza que la luna refleja, al vino, las copas y los pecados capitales,

de la luz a la oscuridad, de los pasos extraviados al reencontrado camino,
pero eso poco importa porque todo está aquí, en mí y en ti.

Por eso, en todo momento, recuerda con certeza nuestra naturaleza:

Tú y yo somos uno,
dos gotas de agua
en río de la vida,
dos gotas que convergen
en el insondable océano del amor.

sábado, 2 de diciembre de 2023

UN TRANVÍA LLAMADO DESTINO

 


En el extremo de la ciudad, donde las calles adoquinadas llevaban la historia de generaciones pasadas traspasando fronteras artificiales, existía un antiguo tranvía. Sus rieles brillaban con el desgaste del tiempo, su campana resonaba como un eco melancólico que recordaba a todos la inevitabilidad del curso de la vida, al tiempo que nos llamaba a emprender un viaje en el que no sabíamos ni quién lo conducía ni cuál sería la compañía.

Este tranvía, llamado "Destino", tenía la peculiaridad de recorrer un camino con origen y final, pero siempre volviendo al punto de partida. Nadie sabía quién lo construyó ni por qué, pero se decía que era un reflejo de la vida misma, un recordatorio de que, sin importar cuánto avancemos, siempre regresamos a nuestras raíces.

Había un grupo de pasajeros regulares que subían a bordo de "Destino" cada día. Entre ellos estaba Clara, una mujer de cabellos plateados que había vivido muchas estaciones de la vida. Ella abordaba cada trayecto con una mezcla de resignación y sabiduría, reconociendo que cada viaje era una oportunidad para reflexionar, a menudo en silencio, mecida por el traqueteo del tranvía, sobre las elecciones hechas y las que aún quedaban por hacer. Recordaba a sus padres sentados a su lado, la raíz de su existencia, los cimientos sobre los cuales construyó su vida.

En un asiento cercano siempre se sentaba David, un joven soñador con ojos llenos de esperanza. Los hijos de David, sentados un poco más adelante, simbolizaban la continuación de su legado y las responsabilidades que conlleva guiar a las generaciones futuras. Algunos amigos, dispersos por el tranvía, subían y bajaban en las estaciones con risas compartidas y apoyo mutuo en los momentos tristes.

A medida que "Destino" avanzaba por sus rodados raíles, cada pasajero enfrentaba desafíos y oportunidades. Algunos bajaban en estaciones que parecían idílicas, encontrando amor, éxito o alegría. Otros enfrentaban tiempos difíciles en estaciones sombrías de pérdida, dolor o desilusión.

Clara, David y sus compañeros de viaje compartían sus historias a lo largo del trayecto. Clara le enseñó a David sobre la inevitable dualidad de la vida, la mezcla de momentos felices y tristes que componen nuestra existencia. Le habló de la necesidad de ser responsable de sus actos y del pago de sus deudas para alcanzar un estado de paz que le permitiera disfrutar del viaje. David, a su vez, inspiró a Clara con su capacidad de encontrar belleza incluso en las estaciones más sombrías, de no perder la esperanza cuando la oscuridad nos alcanza y no nos permite ver por la ventana las maravillas del paisaje: árboles, edificios, campos, ríos, montañas lejanas… También tu propia cara, reflejada en el cristal, cuando el sol queda a un lado.

A medida que los años pasaban, el paisaje cambiaba a su alrededor. Unos edificios se levantaban y otros desaparecían, las estaciones florecían y se desvanecían, los pasajeros iban y venían. Sin embargo, el tranvía "Destino" seguía su curso circular, siempre recordándoles que lo importante del viaje no es solo el destino final, sino el viaje en sí mismo.

Un día, cuando Clara y David eran los únicos pasajeros a bordo, el tranvía llegó a su estación final. Mientras descendían, Clara sonrió con gratitud y David miró al horizonte con una serenidad que solo se encuentra al aceptar el curso ineludible de la vida.

En la estación, "Destino" esperaba para comenzar otro viaje, recogiendo a nuevos pasajeros que comenzarían su propia travesía. La historia del tranvía, como la vida misma, continuaba, un ciclo eterno de experiencias, lecciones y descubrimientos. Los compañeros de viaje, en sus lugares designados, compartían la certeza de que, aunque el destino final era desconocido, el trayecto estaba lleno de significado.

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas. Hagamos que nuestro viaje en este tranvía tenga significado, que haya valido la pena. Vivamos de manera que cuando llegue el momento de su final, nuestro asiento vacío, deje algo más que bonitos recuerdos a los que continúan viajando en el Tranvía de la Vida.

 

jueves, 30 de noviembre de 2023

EL TRANVÍA

 

Siete y media de la mañana, el despertador suena, marcando el inicio de un nuevo día para Isidro. Mecánicamente, apaga el despertador guiándose por el sonido. Aunque la habitación está sumida en la penumbra, Isidro, de nueve años, conoce cada rincón sin necesidad de abrir los ojos. Levantarse temprano sigue siendo un desafío para él. Remolonea en la cama antes de rendirse al despertar y enfrentar un día que se presenta complicado, con un examen de matemáticas que le atormenta.

El temor a los problemas de matemáticas le provoca un nudo en el estómago mientras se viste. En el baño, los amagos de arcadas lo asaltan, y solo el reconfortante aroma del Agua del Carmen, guardada por su abuela en una alacena, puede calmar su malestar.

Con libros y libretas en mano, Isidro repasa sus apuntes antes de salir. Apenas toca el desayuno que su abuela ha preparado, pero se lleva consigo un bocadillo de pan con mantequilla y azúcar para cuando salga al patio.

A las ocho y cuarto, bien abrigado, sale de casa en dirección al tranvía que lo llevará a su colegio en San Adrián de Besós. Aunque diciembre trae consigo un frío intenso, hoy el sol se ausenta, y las nubes dibujan una alfombra en el cielo que se desliza suavemente. Isidro se encamina hacia la parada del tranvía, consciente de que a esa hora suele estar lleno y de que nunca sabe cuándo llegará. La puntualidad es primordial para él.

El sonido de la campana anuncia la llegada del tranvía. El cobrador, conocedor de los habituales, cobra solo la mitad del billete, sabiendo que pronto llegará al final del trayecto. Cuando el revisor espera en la siguiente parada para pedir los billetes, el conductor le avisa y rápidamente los reparte. En el siguiente viaje recuperarán las perdidas.

El tranvía, de los años sesenta y sin puertas, avanza con un suave bamboleo. Isidro, en un intento por impresionar a una niña que le gusta, imita a algunos que bajan con el tranvía en marcha. La tímida expresión de sus sentimientos se ve truncada por una caída embarazosa. A pesar del ridículo, Isidro rechaza la ayuda y se dirige al Sagrado Corazón de Jesús, limpiándose la ropa y evaluando los rasguños en su codo.

En el colegio, la sirena suena para entrar, y la rutina se despliega: formar filas en el patio, clase por clase, el himno nacional, el izado de la bandera y el ascenso ordenado a las aulas que debería ser en silencio. Antes de entrar en clase, Isidro corre al lavabo, lidiando con las arcadas. Sin tener nada en el estómago, con mucho esfuerzo, puede devolver un poco de bilis. Luego, se enfrenta al examen con la atención puesta en las preguntas teóricas y los desafiantes ejercicios.

A medida que sus compañeros terminan, salen al patio, pero Isidro prefiere quedarse hasta el final, esperando una inspiración que pocas veces llega. Al salir, se une a sus compañeros para comentar las respuestas, prefiriendo no conocer las soluciones hasta que salgan las notas. Mucho más tranquilo disfruta de su bocadillo antes de continuar las clases del resto de la mañana.

A la salida, se encuentra con Antonio, con quien comparte el trayecto en el tranvía. Isidro se baja en la parada del Besós, mientras Antonio desciende en la Maresma. El día de Isidro, entre desafíos matemáticos y pequeñas recompensas, continúa su curso, esperando que sus esfuerzos valgan la pena al conocer los resultados y pueda volver a ver a la niña del tranvía.

 

viernes, 17 de noviembre de 2023

EGO

 

En un pequeño pueblo de la comarca del Alto Urgel, en la provincia de Lérida, situado a la derecha del río Segre y junto al embalse de Oliana, se respiraba paz y tranquilidad. En ese idílico entorno vivían tres amigos: Tomás, Luis y María. Cada uno de ellos tenía una personalidad muy distinta, lo que a menudo los llevaba a situaciones interesantes.

Tomás era el tipo de persona con un ego descomunal. Siempre hablaba de sus logros y se jactaba de sus habilidades. No importaba el tema de conversación, Tomás siempre tenía razón, escuchaba poco y siempre encontraba una manera de hacerlo sobre él mismo. Era un buen constructor, había reconstruido una masía abandonada cerca del pueblo, utilizando materiales ecológicos y reciclables, generando su propia energía con placas solares y aprovechando el agua de lluvia. Llevaba una vida acorde con las características ecológicas de la vivienda, siguiendo las tres erres de la sostenibilidad: reducir, reciclar y reutilizar para maximizar la eficiencia de la tecnología empleada y la utilidad de los residuos, transformándolos en abono o depurando aguas residuales.

Luis, por otro lado, era una persona equilibrada y modesta. Contable de profesión, era un apasionado de la fotografía y pasaba gran parte de su tiempo libre tomando fotos de la belleza del pueblo, de sus habitantes y de los alrededores. Allí donde iba siempre buscaba el mejor enfoque. A pesar de ser increíblemente talentoso, Luis nunca alardeaba de sus habilidades. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y compartía sus conocimientos sin presumir de ello. Además, Luis era un lector empedernido, defensor apasionado del medio ambiente y participaba en iniciativas locales para conservar la belleza natural que fotografiaba.

María, la tercera amiga, tenía muy poco ego. Era tímida y a menudo se sentía insegura acerca de sus capacidades. Siempre dudaba de sí misma y rara vez compartía sus opiniones en las conversaciones. María era enfermera, siempre tenía a punto su botiquín de urgencia para asistir, fuera de su horario en el CAP, a quien la necesitara. Poseía un talento innato para la cocina y para la jardinería, pero rara vez lo mencionaba. Ella había transformado un pequeño terreno baldío, en la parte posterior de su casa, en su pequeño jardín, un oasis de colores y fragancias, cuidando cada planta con amor y dedicación, aunque no siempre confiaba en que su trabajo fuera realmente destacable a pesar de sus brillantes resultados. Eso sí, cada domingo llenaba de flores la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de los almadieros, adornando la Iglesia para la celebración de la santa misa, situada en la parte alta del pueblo.

Un día, el pueblo decidió organizar un festival en honor a la creatividad y el arte local. Los tres amigos se inscribieron para participar en diferentes eventos. Tomás se inscribió en un concurso de escultura, Luis en una exposición de fotografía y María en un concurso de jardinería.

Tomás pasó semanas presumiendo de la realización de una escultura innovadora, resaltando la historia del pueblo y diciendo que sería el ganador indiscutible. Luis, por otro lado, trabajó en silencio en su exposición, compartiendo sus avances solo cuando se le preguntaba. María pasaba horas cuidando su jardín, pero rara vez hablaba de su participación en el concurso.

Finalmente, llegó el día del festival. Tomás subió al escenario con confianza, presentando su escultura que representaba a los almadieros, encargados de hacer llegar la madera de los árboles desde los Pirineos hacia el interior y hasta la costa, bajando por el río Segre. Las condiciones en que se desarrollaba la actividad de los almadieros eran bastante duras y peligrosas. Su oficio existía en una época que no existían los camiones y el río Segre no tenía embalses. Se aprovechaba el curso del río para transportar los troncos, que al mismo tiempo servían de embarcaciones. Sin embargo, al destapar la escultura, la tela que la cubría se enredó con ella y se llevó el brazo de un raier que sujetaba el timón del rai. A pesar de sus intentos de arreglarlo, quedó descalificado.

Luis presentó su exposición de fotografías, que dejó a todos maravillados por su belleza y su habilidad para capturar la esencia del pueblo. Recibió elogios y el primer premio, demostrando que el equilibrio entre humildad y talento puede llevar al éxito.

María, aunque nerviosa, presentó su jardín, que estaba lleno de flores hermosas y coloridas. A pesar de su modestia, los jueces quedaron impresionados por su talento y la nombraron ganadora del concurso de jardinería, revelando que la falta de ego no impide el reconocimiento de los propios méritos.

Después del festival, Tomás aprendió una lección humillante sobre la importancia de la humildad. Luis demostró que el talento y la modestia van de la mano, y María finalmente ganó confianza en sí misma debido al reconocimiento general, no solo por su jardín, también por su abnegada y desinteresada dedicación al pueblo. Los tres amigos se dieron cuenta de que el ego excesivo, el equilibrio y la falta de ego pueden coexistir y aprender el uno del otro.

Juntos, lo celebraron en la masía de Tomás, este preparó un vermut con embutidos del país y pan con tomate, Luis preparó una exótica ensalada con mango, aguacate y frutos secos, y María preparó una paella de verduras con setas variadas, regando sus paladares con un buen vino del Penedés, para acabar habían reservado un roscón de nata de la excelente pastelería local que acompañaron con un selecto cava brut bien frío. Reforzando los lazos de unión, continuaron apoyándose y creciendo como amigos, enriqueciendo el pueblo con su creatividad y amistad.

Marín Hontoria

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

EGO Y EGOISMO

 


En el corazón de una bulliciosa ciudad había un grupo de individuos que encarnaban las sombras más oscuras del ego y el egoísmo. Indiferentes al bienestar de los demás, estos seres anhelaban exclusivamente su propia satisfacción y gloria personal.

Narciso, un joven apuesto obsesionado consigo mismo, dedicaba incontables horas a admirarse en el espejo, menospreciando a quienes no cumplían con sus estándares de belleza. Derrochaba su fortuna en cuidados corporales, gimnasios, salones de belleza y deleites lujosos, ignorando por completo las necesidades de los menos afortunados a su alrededor.

Ares, líder carismático pero implacable, comandaba la maquinaria militar de la ciudad. Su insaciable deseo de poder y dominación no conocía límites, utilizando a sus seguidores como peones en sus juegos de conquista, sin importar las vidas sacrificadas en pos de su gloria personal.

Dionisio, hedonista adinerado, orquestaba eventos sociales exclusivos y festines opulentos. Su único propósito era perseguir el placer sin restricciones, desatendiendo las consecuencias para los demás, mientras la miseria ajena le resultaba completamente indiferente.

Juno, astuta y manipuladora, tejía redes de engaños y trampas para alcanzar sus objetivos personales. Utilizaba a los demás como peones en su búsqueda interminable de poder y control, sin considerar las vidas destrozadas por su insaciable ambición.

A medida que estas figuras se movían en sus propios círculos egoístas, la ciudad comenzó a resquebrajarse. La desigualdad y el sufrimiento proliferaron, dejando tras de sí una estela de destrucción emocional y social. La población común se veía oprimida bajo el peso de egos inflados y deseos desmedidos.

En la trama de control y manipulación que tejieron Narciso, Ares, Dionisio y Juno sobre la sociedad, sus relaciones se entretejían de formas complejas, forjando una red de influencia y rivalidades que impactaban a la humanidad en su totalidad.

Narciso, obsesionado consigo mismo, buscaba constantemente la admiración y adoración. Su alianza con Dionisio, el hedonista amante del placer, les permitía organizar eventos y fiestas lujosas donde exhibían y alimentaban sus egos, beneficiándose mutuamente de su apariencia encantadora y capacidad para atraer seguidores y recursos.

La rivalidad entre Ares, líder militar ambicioso, y Juno, maestra manipuladora de intrigas, generaba tensiones en la ciudad. Sus estrategias divergentes chocaban, causando conflictos y disturbios que afectaban a la población, atrapada en medio de sus maquinaciones.

La alianza entre Narciso y Dionisio no se limitaba a lo social, extendiéndose a la economía. Ambos controlaban sectores clave de la industria y el comercio, manipulando mercados para mantener a la población dependiente. Ares aprovechaba la situación para financiar sus campañas militares, creando una interdependencia entre los tres, mientras Juno tejía su red de influencia en las sombras.

En conjunto, esta alianza y rivalidad entre Narciso, Ares, Dionisio y Juno crearon un entorno donde el egoísmo y la búsqueda desenfrenada de poder y riquezas se entrelazaban, dando forma a una sociedad desigual y fracturada. No obstante, la historia dio un giro inesperado cuando un grupo de personas comunes, hartas de la opresión de estos individuos egocéntricos, se unieron para enfrentarlos. Surgió un movimiento de solidaridad y resistencia, decidido a desafiar la tiranía de Narciso, Ares, Dionisio y Juno.

Con el tiempo, la ciudad experimentó un cambio aparente. La narrativa oficial proclamaba que la empatía y la colaboración habían triunfado sobre el egoísmo. Se difundían historias sobre cómo la gente había aprendido a valorar la conexión humana por encima de la búsqueda desenfrenada de poder y placer. Narciso, Ares, Dionisio y Juno se ocultaron entre bambalinas mientras se les presentaba como un recordatorio de los peligros del ego descontrolado.

Sin embargo, en las sombras, las fuerzas egoicas no se rendían tan fácilmente. Habían tejido una red sutil pero poderosa que se infiltraba en todas las instituciones clave. Controlaban los tres poderes del Estado, manipulaban los medios de comunicación y tenían influencia sobre las fuerzas del orden. El movimiento de solidaridad y resistencia, a pesar de sus esfuerzos, se encontró con una oposición feroz y organizada.

Las manifestaciones de solidaridad que surgieron fueron recibidas con brutal represión. La maquinaria gubernamental, controlada por las fuerzas egoicas, desplegó fuerzas de seguridad para sofocar cualquier intento de disidencia. Las voces de aquellos que buscaban un cambio real fueron silenciadas a través de la violencia y la censura.

Paralelamente, un movimiento popular de defensores del régimen emergió, compuesto por dos grupos distintos. Por un lado, estaban aquellos interesados en perpetuar sus privilegios, que se beneficiaban del statu quo y temían perder sus ventajas. Por otro lado, estaban los ciudadanos engañados, manipulados por la maquinaria mediática que presentaba una imagen distorsionada de la realidad.

Los defensores del régimen comenzaron a desacreditar al movimiento de solidaridad y resistencia. Se difundieron narrativas que retrataban a los manifestantes como amenazas para la estabilidad y seguridad de la ciudad. La división entre la población se profundizaba, mientras algunos luchaban por un cambio genuino y otros se aferraban a un sistema que les garantizaba ciertos privilegios.

La ciudad, bajo la aparente capa de empatía, se volvía un campo de batalla ideológico. La construcción de una sociedad justa y equitativa parecía cada vez más lejana, perdida entre la represión de las manifestaciones y la manipulación de la información. La lección que la ciudad pensaba haber aprendido sobre la importancia de la solidaridad y la empatía se desvanecía, eclipsada por las sombras de las fuerzas egoicas que continuaban ejerciendo su influencia desde las altas esferas del poder.

La lucha continua, compañero/a, bajo formas más sutiles y encontradas, en ocasiones se oculta, se diluye, se disfraza, pero siempre vuelve a los orígenes, raíces insurrectas, solidarias, gérmenes del hombre nuevo.

 

Marín Hontoria


domingo, 5 de noviembre de 2023

EL MIEDO

 

EL MIEDO


No sé por qué, en lugar de brindarnos confianza, a los niños nos educan infundiéndonos miedos. Miedo al coco que se llevará a los niños que duermen poco, miedo al hombre de saco si no dejas limpio el plato, miedo a caerse de las alturas, miedo al ridículo, miedo a que te digan que no, miedo a no tener suficiente, miedo a no ser querido, aceptado o valorado. Hay tantos miedos, ¡malditos miedos!

En las horas sombrías de la noche, cuando las estrellas se ocultan y la luna arroja su pálida luz sobre la habitación, algo siniestro se cierne en la incipiente oscuridad. No puedes dormir, presientes en la penumbra de la habitación la amenaza que acecha. Allí, en la silla donde la ropa se amontona, una presencia inquietante toma forma y una figura inmóvil y aterradora te observa con ojos sin parpadeo.

El miedo se apodera de tu ser, como un frío soplo de la tumba, y el presentimiento de que un mal innombrable está a punto de desencadenarse te envuelve. Aterrorizado, te cubres con la sábana hasta la cabeza, sumergiéndote en un mundo de oscuridad e incertidumbre. Sus latidos retumban en tus oídos, y su aliento es un susurro nervioso en la negrura de la noche.

¿Habrá desaparecido la terrorífica figura? Con un coraje vacilante, bajas lentamente la sábana, tu corazón palpita en un ritmo frenético. En la habitación en tinieblas solo ves la ropa desordenada sobre la silla. Un suspiro de alivio se asoma en tus labios pálidos, y la sangre recupera su fluidez.

Sin embargo, el alivio es efímero, ya que un sonido desconocido, un susurro que rasga las sombras, hace saltar todas las alarmas. De las profundidades de la penumbra, el espectro reaparece, con una presencia inquietante que se retuerce y se estira como las sombras mismas. Un baile de sombras en la pared agrega un aspecto inquietantemente fantasmagórico a la escena, mientras luchas por comprender la naturaleza del peligro que acecha.

El miedo, ahora una entidad palpable, te embarga por completo. Sin detenerte a razonar, huyes de la habitación, corriendo como alma que lleva el diablo. Buscas refugio en el último rincón de seguridad que conoces: la habitación de tus padres, donde la luz de una lámpara parpadeante intenta repeler la oscuridad invasora.

La noche, sin embargo, está lejos de haber revelado todos sus secretos. En los susurros del viento y en la danza de las sombras, una verdad inquietante aguarda, una realidad que desafía la razón humana y se oculta en los rincones más oscuros de la mente.

El niño crece acompañado de sus miedos y sus pasos inseguros sembrarán su camino de desafíos a vencer.

Cuando la negrura del cielo se cierne sobre la ciudad y las sombras se alargan como tentáculos, un extraño se acerca sigilosamente. Sus pasos, apenas audibles, rompen el silencio opresivo que envuelve la calle. Sin rostro definido, un susurro helado en la brisa nocturna se deja oír.

El extraño, un ser misterioso e insondable, te aborda con la simple pregunta de la hora. La penumbra de la tarde se ha desvanecido, las manecillas del reloj marcan las 20:35, y lo informas con voz temblorosa. Pero su atención no está en el tiempo, sino en el reloj que cuelga de tu muñeca, una pieza singular que no pasa desapercibida.

Un elogio sutil se escapa de sus labios sin forma, y sus ojos ocultos por las sombras no pueden apartarse del reloj que llevas. ¿Por qué no me lo das?, susurra con una voz que es más un eco distante que un sonido real. Intentas explicar que este reloj es tuyo, un regalo preciado que has atesorado con cariño. Le sugieres que busque otro en otro lugar, pero su insistencia es inquebrantable.

Con un tono siniestro, te advierte que sería prudente entregarlo de buena gana, insinuando consecuencias nefastas si no lo haces. El miedo, como un veneno oscuro, se extiende por tu ser. Sin pensarlo dos veces, como si te persiguiera una entidad infernal, te lanzas a la huida.

Las calles oscuras se convierten en un laberinto de pesadillas mientras el miedo te da alas y fuerzas sobrehumanas para llegar a un portal cercano. Subes precipitadamente las escaleras hasta el último piso, agudizando todos tus sentidos en busca de algún rastro del perseguidor. Te sientas en el rellano mientras tu corazón late desbocado, las náuseas amenazan con ahogarte, pero te aferras a la esperanza de que el extraño no pueda alcanzarte. Por suerte, en ese momento, el silencio es tu aliado y no se oyen señales de su presencia.

Tras una espera agónica, te atreves a aventurarte una vez más en las calles. El temor sigue siendo tu compañero constante, como una sombra que te sigue a cada paso. Durante días, al salir de casa, te acompaña la inquietante sensación de que el desconocido acecha en alguna esquina, como un fantasma que solo espera su oportunidad para cruzarse de nuevo tu camino.

Somos descendientes de una generación sumida en una profunda oscuridad poblada de miedos que heredamos. El miedo, inmutable, nos acompaña tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. Miedo a la incesante amenaza del hambre y la implacable sombra de la pobreza. Miedo a la imprevista adversidad mientras luchamos contra su influjo en busca de un atisbo de dignidad, Sin embargo, el miedo a carecer, a no tener suficiente, y la aversión al riesgo nos paralizaba y nos impedía abrazar el presente con la plenitud que merecía. Las noches en vela se tornaban un campo de batalla interno, donde el temor a las cuentas por pagar y la incertidumbre financiera acechaban como criaturas sobrenaturales en la penumbra. El miedo, con su abrazo gélido, arrojaba un espeso velo sobre el claro cielo que parecía invitar a la libertad, una libertad que parecía tan esquiva como el agua que se escapa entre los dedos, al igual que los sueños de paz y sosiego que tememos perder.

El miedo es la sombra que oscurece el camino a la libertad, cuando la libertad nos da miedo.

Marín Hontoria

 

domingo, 22 de octubre de 2023

GUERRA Y MIEDO

 



En medio del oscuro y ensordecedor estruendo de las explosiones, un niño de cualquier guerra se encuentra atrapado en un torbellino de miedo y confusión.

Miedo, ojos hinchados y enrojecidos por tantas lágrimas derramadas, una fuente inagotable de dolor y rabia mientras el cielo se llena de estrellas que explotan, y sus luces se expanden en medio de un ensordecedor ruido debido a las detonaciones que no dan tregua. Su pequeño cuerpo tiembla con cada detonación, y sus ojos, llenos de lágrimas, reflejan el horror que lo rodea. El ruido ensordecedor de las bombas que caen y los edificios que se derrumban parece inundar sus oídos, haciéndolo sentir como si el mundo entero estuviera a punto de colapsar.

El cielo, que solía ser un refugio de esperanza, se ha vuelto un techo lleno de amenazas. Cada destello de luz y estruendo lo sumerge aún más en el terror, recordándole que su hogar ya no es un lugar seguro. Sus pequeñas manos buscan desesperadamente refugio en los brazos de sus padres, pero incluso ellos luchan por ocultar su propia ansiedad.

La tierra tiembla y se quiebra, los edificios caen como frutas maduras, exponiendo sus entrañas en la oscuridad de la noche. La escena está poblada de gritos mientras el humo y el fuego iluminan el horror ante la mirada desorbitada de un niño que yace junto a su familia mutilada por la metralla.

El mundo de este niño se desmorona aún más en medio del caos. Ahora, se encuentra completamente solo, perdido en un paisaje desolado de edificios destruidos y escombros humeantes. Sus ojos, llenos de lágrimas, claman al cielo en busca de seguridad y consuelo, pero solo encuentra devastación y un profundo silencio donde antes reinaba la risa y la alegría.

Cuando un nuevo día amanece, las ruinas de lo que una vez fue su hogar muestran sus cicatrices al sol naciente. Los cuerpos sin vida y los lamentos emergen de las profundidades de la tierra. El niño está sucio, con la ropa hecha jirones, sin esperanza, en estado de shock, paralizado. Su boca está seca y su estómago vacío, y es incapaz de escuchar las voces que intentan averiguar quién es, quiénes son sus familiares, en un esfuerzo inútil por devolverlo a la conciencia.

El hambre y la sed son compañeros constantes mientras deambula entre los escombros, buscando cualquier rastro de comida o agua. Su estómago retumba de hambre, y la sequedad en su garganta lo hace sentir desesperado. El niño está atrapado en un ciclo cruel de supervivencia, luchando contra el temor de cada explosión mientras su cuerpo se debilita por la falta de alimentos y bebida.

Las explosiones constantes y el miedo lo han sumido en un estado de agotamiento físico y emocional. Las noches son un tormento de insomnio, con pesadillas que lo atormentan, recordándole la pérdida de sus padres y el horror que ha presenciado. Los días son una lucha constante por encontrar un refugio temporal y una pequeña cantidad de alimento.

A medida que el humo y el polvo llenan el aire cubriéndolo todo, el niño siente la asfixia del miedo y la incertidumbre. En medio de la devastación y el temor constante, este niño se aferra a la esperanza de que algún día, la violencia y el conflicto que lo rodean lleguen a su fin. Anhela la seguridad, el calor de un hogar y la sensación de estar protegido, deseando un mundo donde no tenga que vivir con miedo y donde la niñez pueda ser un tiempo de alegría y sueños. Pero, por ahora, su mundo se reduce a un lugar de pérdida y horror, a los sonidos de la destrucción, mientras la sensación de un abrazo tembloroso que intenta devolverlo a la vida reanima su roto corazón.

domingo, 15 de octubre de 2023

EL CUADRO DE LA ABUELA

 

EL CUADRO DE LA ABUELA

Isidro y Violeta pasaron un buen día en casa de Rebeca, una prima de Isidro, con la que mantenían una relación cercana. Recordaron anécdotas de sus padres y pusieron al corriente sus situaciones actuales y perspectivas de futuro. A Isidro se le despertaron emociones desconocidas al ver un cuadro de su abuela, una pintura tan realista que le pareció que le hablaba. La llamada de Violeta lo distrajo, pero no pudo apartar la imagen de su abuela de su cabeza.

Isidro estaba teniendo dificultades para dormir últimamente. Sus noches estaban llenas de sueños recurrentes que involucraban a su abuela, el pueblo y la casa, pero le resultaba imposible descifrar su significado, lo que lo tenía preocupado.

Su abuela, Remedios, lo había cuidado cuando sus padres se fueron al Camerún en busca de una vida mejor. Isidro apenas tenía 9 años y hacía unos meses que habían cambiado de domicilio. Inicialmente vivían realquilados en una habitación en el centro de Barcelona, pero con el tiempo y con mucha ayuda, consiguieron la adjudicación de un piso de protección oficial en el barrio del Besós, un área de reciente creación donde vivían muchos desplazados de las barracas del Somorrostro, en su mayoría gitanos.

Para sus padres, este cambio representaba una bendición, aunque su padre tuvo que vender las tierras que había heredado de sus padres para reunir el dinero necesario. Esa decisión siempre lo atormentó, pero para Isidro, fue un calvario debido a la inseguridad del nuevo entorno y la falta de equipamientos. A los 9 años, tenía que tomar un tranvía para ir al colegio del Sagrado Corazón en Sant Adrián, y al cumplir los 10, caminaba diariamente hasta el recién inaugurado Instituto Juan de Austria en La Verneda, a 20 minutos de distancia, mañana y tarde, ya que regresaba a casa para comer.

Permanecieron cinco años en ese país esperando ahorrar lo suficiente para abrir un negocio que les permitiera escapar de la pobreza. Los dos habían abandonado sus pueblos natales para venir a Barcelona a trabajar, ya que en sus lugares de origen no veían un futuro prometedor. Eran los años 40, una época de posguerra, especialmente dura para los pequeños pueblos del interior de España, donde la escasez de alimentos y el hambre afectaban sin piedad a la mayoría de los habitantes.

Durante esos años, Isidro se sintió solo y abandonado. Su abuela tenía el corazón endurecido por el dolor y no pudo brindarle las caricias y el amor que necesitaba a tan temprana edad. Esto lo llevó a recluirse en sí mismo, incapaz de expresar sus sentimientos de pérdida. Por otro lado, se volvió sumiso y servicial en un intento de ganar la aprobación y el cariño de su abuela y de quienes lo rodeaban, incapaz de negar su ayuda a nadie.

La vida de Remedios estuvo marcada por la tragedia. Se quedó viuda cuando comenzó el "glorioso alzamiento nacional", ya que su esposo fue fusilado en sus primeros días debido a sus creencias socialistas. No hubo juicio alguno, solo un cruel paseo a las afueras de Atienza y cuerpos sin vida abandonados en una cuneta. Ella quedó sola, marcada como "roja", embarazada y con seis bocas más que alimentar, siendo la mayor su propia hija, madre de Isidro, que tenía solo 12 años en ese momento.

No fue hasta la madurez que Isidro pudo comprender completamente a su abuela. Ella había renunciado a su propia vida, amigos y familia para cuidar de él en un entorno hostil cuando era solo un niño. Isidro se dio cuenta de que, al igual que él, su abuela había estado fuera de su entorno natural y había enfrentado desafíos significativos. En ese momento de comprensión, Isidro no pudo expresar con palabras su gratitud, pero reconoció profundamente el amor y los sacrificios de su abuela.

Una noche, el sueño de Isidro se hizo realidad. Su abuela se le presentó triste y llorosa, reclamándole por el abandono de su casa en el pueblo. Le recordó la promesa de su madre de cuidar la casa, pero después del fallecimiento de su madre, la casa había caído en el olvido y necesitaba reparaciones en el tejado para evitar que se derrumbara. Isidro se despertó sin acabar de creer lo que había vivido, no creía en fantasmas, y menos en el de su abuela, aunque era cierto todo lo que esta le dijo en lo que le pareció un sueño.

Isidro siguió con su vida sin prestar atención a la demanda de su abuela. El pueblo estaba lejos, la casa necesitaba una renovación, y no estaba en sus planes invertir dinero en ella. Su situación económica no era mala, pero tenía lo justo y un poco más.

Pasados unos días, Isidro estaba leyendo un libro cuando sintió la presencia de su abuela y pudo verla con total nitidez a su lado, reprochándole por no cumplir con el compromiso de su madre y, ahora, de él mismo. Le recordó que tenía en su posesión las monedas de plata que había guardado su abuelo, quien le había indicado su ubicación a través de una vieja radio. Con esas monedas, podría cubrir los gastos de las reparaciones necesarias en la casa familiar.

Isidro no podía articular palabra, incapaz de comprender completamente lo que estaba experimentando. Primero, su abuelo le habló a través de una vieja radio, y ahora su abuela se le presentaba para restaurar la casa con las monedas de plata que encontró en ella.

Finalmente, Isidro reunió el coraje necesario, valoró las monedas de plata y solicitó un presupuesto para arreglar el tejado y realizar otras mejoras menores en la casa. Para su sorpresa, al calcular los costos, se dio cuenta de que le sobraría una de las monedas. Sin pensarlo más, procedió a restaurar la casa de su abuela, guardando una de las monedas como un preciado recuerdo de sus ancestros.

Su abuela, satisfecha por la restauración de la casa y el cumplimiento del compromiso, se le volvió a presentar para darle las gracias y despedirse con la certeza de que la casa sería cuidada de generación en generación. La conexión con su abuela y el legado de su familia se habían restaurado, proporcionándole a Isidro una profunda sensación de paz y plenitud en su vida.

 

miércoles, 4 de octubre de 2023

"El Universo de Significados del Tomate"

 

"Más Allá de un Simple Ingrediente"


El modesto tomate, un versátil vegetal presente en cocinas de todo el mundo, despierta un sinfín de interpretaciones no solo en la gastronomía, sino también en el lenguaje y la cultura. En este artículo, exploraremos las múltiples facetas de este fruto, que abarcan desde su variada paleta de colores hasta su influencia en nuestras expresiones cotidianas.

El Tomate y su Variedad de Colores

El tomate es un verdadero caleidoscopio de colores, que va desde el rojo vibrante hasta tonalidades amarillas, naranjas y verdes, dependiendo de la variedad y su nivel de madurez.

·         Tomates Rojos: Ampliamente conocidos y los más comunes, su característico color rojo brillante es sinónimo de madurez. Para hacer un delicioso pan con tomate o diferentes salsas, es ideal utilizar estos tomates, maduros y jugosos, pero que tengan un sabor y aroma intensos.

·         Tomates Amarillos y Anaranjados: Al madurar, algunas variedades muestran tonalidades amarillas o anaranjadas, con un sabor ligeramente diferente y a menudo más dulce que sus contrapartes rojas son ideales para ensaladas.

·         Tomates Verdes: En su estado prematuro, los tomates verdes varían en tonalidad, desde un verde pálido hasta uno más oscuro, siendo más ácidos y menos dulces que los maduros.

·         Tomates de Otros Colores: En un giro inusual, existen variedades moradas, negras y más, cada una con sabores únicos que deleitan a los conocedores.

Es importante notar que el color del tomate puede transformarse con su madurez, pasando de verde a rojo, y puede variar según la región y la temporada de crecimiento. Este matiz de colores no solo afecta la estética, sino también el sabor y la experiencia culinaria.

La Expresión "Aquí hay Tomate": Más que Problemas y Conflictos

La expresión "Aquí hay tomate" sin contexto adecuado puede inducir a diversas interpretaciones, abriendo la puerta a una rica exploración de las múltiples facetas del tomate.

El Tomate como Fuente de Alimentos y Bebidas

En la gastronomía, el tomate desempeña un papel vital. Desde su cultivo en la tomatera hasta su transformación en una amplia gama de productos, como salsas, conservas, jugos, cócteles y smoothies, el tomate se convierte en la pieza fundamental de muchas recetas alrededor del mundo. Su textura, color y sabor varían significativamente, permitiendo a los chefs y cocineros crear desde simples ensaladas hasta salsas complejas que realzan platos de pasta, arroz, pizza y carnes.

El Tomate: Un Símbolo de Conflictos y Emociones

El tomate no se limita a la gastronomía. La expresión "Aquí hay tomate" se utiliza en el habla cotidiana para señalar problemas o conflictos, recordándonos que esta palabra puede evocar diversas emociones y situaciones. Representa discusiones acaloradas, peleas y tensiones en diversos contextos.

El Tomate y sus Asociaciones Culturales y de Género

El tomate se enriquece con asociaciones culturales y de género. Para algunas personas, evoca la metáfora del ciclo menstrual, mientras que la expresión "ponerse rojo como un tomate" refleja la vergüenza, destacando la relación entre el color del tomate y nuestras emociones.

El Tomate como Nombre Artístico

Incluso en el mundo del arte y la música flamenca, el tomate ha dejado su huella, adoptado por destacados artistas y músicos flamencos como Miguel Tomate, Tomate y Tomatito, subrayando la influencia de esta palabra en la creatividad y la expresión artística.

Anécdota con Humor: La Influencia del Tomate en la Alegría

Para añadir un toque de humor, recordemos la anécdota de un hombre que aparece notablemente alegre por la noche, y su esposa, intrigada, le pregunta: "¿Qué pasó con esa alegría desbordante, hombre?" La respuesta es simple: "Nada, el tomate". Ante la perplejidad de la esposa, el esposo explica: "Sí, mujer, los amigos, que tómate una, tómate otra, ya sabes".

Conclusión: Un Mundo de Significados en un Fruto Sencillo

El tomate, en última instancia, es un recordatorio de la riqueza del lenguaje y la cultura. Puede ser un simple ingrediente culinario, una metáfora para problemas y tensiones, una referencia cultural o incluso un nombre artístico. El "tomate" demuestra que las palabras y conceptos pueden albergar profundidad y diversidad sorprendentes, invitándonos a apreciar la riqueza de significados que se esconde en las palabras más simples. La próxima vez que encuentres un tomate, lo verás de una manera completamente nueva.

 

 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

EL SUEÑO DE VIOLETA

 

EL SUEÑO DE VIOLETA


Isidro se despertó a las ocho siguiendo su rutina diaria. La tenue luz que se colaba bajo las persianas confirmaba las previsiones de tormenta. Con pasos lentos, se dirigió a la cocina en busca de Violeta. La encontró en la terraza, reorganizando las plantas antes de que la lluvia hiciera su entrada. La besó y la abrazó sin esperar respuesta, preocupado por cómo había pasado la noche.

La noche anterior no había sido fácil. Andrea, su perrito de 14 años, un pinscher miniatura, había pasado gran parte de la noche intentando subir a la cama, sin éxito. Rascaba las sábanas con sus patas en un intento por llamar la atención. Los problemas de salud de Andrea, a su edad, se habían vuelto un enigma. A las dos de la madrugada, Isidro se vio obligado a sacarlo a la calle, pensando que necesitaba hacer sus necesidades. Sin embargo, ese no era el problema, y Andrea continuó, a intervalos, intentando subirse a la cama hasta que finalmente el silencio reinó en la habitación y todos pudieron descansar.

Pero para Violeta, una pesadilla en la que Andrea era el protagonista le había causado gran angustia. El sueño la había dejado profundamente perturbada.

Isidro, preocupado por la inquietud que el sueño de Andrea había causado en Violeta, decidió poner música suave para relajarla. Se dirigió al salón y encendió la vieja radio que ocupaba un rincón de la sala. El aparato, un regalo de su abuelo, tenía un aspecto retro y un sonido cálido que evocaba tiempos pasados.

Sintonizó una emisora que transmitía música relajante, un género que siempre le había ayudado a calmar los nervios. El suave sonido del piano y el violín llenaron la habitación, creando una atmósfera tranquila y serena. Isidro se dejó llevar por la melodía mientras se acomodaba en el sofá, y Violeta se acurrucó a su lado mientras la música continuaba llenando la estancia. A pesar de los mimos y caricias de Isidro, Violeta no podía dejar de pensar en el inquietante sueño que había tenido sobre su perrito.

En el sueño, Andrea corría alegremente por un prado verde, persiguiendo mariposas y ladrando de felicidad. De repente, el cielo se oscurecía abruptamente, como si una tormenta hubiera surgido de la nada. Los árboles a su alrededor se retorcían y crujían como si fueran espectros. Andrea, asustado, se detenía y miraba a su alrededor con ojos llenos de temor.

De la tierra emergía una figura oscura y aterradora, con ojos brillantes y garras afiladas como cuchillas. Se acercaba sigilosamente hacia Andrea, quien estaba paralizado por el miedo. El cielo retumbó con un estruendo ensordecedor y un rayo cayó cerca, iluminando el rostro retorcido de la criatura.

Violeta, en su sueño, gritaba desesperadamente el nombre de Andrea, pero su voz parecía ahogarse en el viento aullante. Corría desesperadamente hacia él, pero no importaba cuánto lo intentara, no podía alcanzarlo. La siniestra criatura se abalanzó sobre el pequeño pinscher, y el sueño se desvaneció en una oscuridad insondable.

El sueño premonitorio dejó a Violeta con una sensación de impotencia y angustia que persistía incluso después de despertar. Sabía que su perrito estaba envejeciendo, y cada día que pasaba lo acercaba un poco más al final de su vida. La idea de perder a Andrea, su fiel compañero de tantos años, era una carga emocional que la atormentaba.

Mientras la música llenaba la casa y la lluvia comenzaba a caer suavemente en la terraza, Isidro y Violeta se abrazaron en silencio. Sin necesidad de palabras, compartieron el peso de la incertidumbre sobre el futuro de Andrea y se prometieron mutuamente hacer todo lo posible para brindarle el mejor cuidado y amor que pudieran.

La música siguió sonando en la radio, un bálsamo para sus almas inquietas mientras enfrentaban juntos las emociones que el sueño había desencadenado. Sabían que, en los días de tormenta emocional, siempre podían refugiarse en el amor que compartían y en la música que los unía. Y mientras la radio seguía sonando al fondo, un misterio aún sin resolver se cernía sobre sus cabezas, como si la música estuviera tratando de contarles algo que aún no entendían.

Marín Hontoria

viernes, 22 de septiembre de 2023

LA RADIO DEL ABUELO

 

LA RADIO DEL ABUELO


En una noche de tormenta, Isidro y Violeta se encontraron frente a un misterio que tenía a la vieja radio como protagonista. El aparato que perteneció a su abuelo, tenía un aspecto retro y un sonido cálido que evocaba tiempos pasados. La electricidad había fallado, sumiendo la casa en una oscuridad absoluta solo rota por los rayos y los truenos que iluminaban el firmamento El sonido de la lluvia golpeando las ventanas era la única compañía, hasta que un extraño susurro comenzó a emanar de la radio apagada en la esquina del salón.

Intrigados, Isidro y Violeta se acercaron a la radio. El susurro se intensificó, formando palabras incomprensibles. De repente, una voz desconocida emergió de la estática: era la voz del abuelo de Isidro, al que fusilaron en una cuneta al principio del "glorioso alzamiento nacional". Una de las numerosas ejecuciones sin sumario que se prodigaron en las dos zonas de España y que nos deshonraron por igual a los españoles de uno y otro bando.

Isidro nunca había conocido a su abuelo, pero las historias contadas por su abuela y su madre sobre su trágico destino estaban grabadas en su memoria.

A medida que la voz del abuelo se comunicaba a través de la radio, sus palabras iban acompañadas de recuerdos y anécdotas personales. Compartió vivencias de su juventud, describiendo los días soleados en los que jugaba en los campos de la infancia y las noches en las que escuchaba música junto a su amada esposa en la misma radio. Narró con pasión sus ideales políticos, recordando sus años como activista comprometido con la justicia social y la igualdad. Sus palabras también fluían con amor al hablar de su mujer y de sus hijos, cuya imagen se mantenía viva en su corazón incluso después de tantos años.

El abuelo, con palabras llenas de moción, les habló desde el más allá a través de la radio. Era como si la vieja radio fuera un puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Les explicó cómo la insidia del teniente de requetés al mando de las tropas que lo custodiaban le dio el “paseíllo” a las 5 de la mañana, junto con otros 4 detenidos, todos por ser socialistas, dejándolos tirados al borde de la carretera a la salida del pueblo. Al mismo tiempo, les indicó el lugar donde escondió unas monedas de plata que nunca se encontraron, a pesar de que mi abuela y mis tíos, conocedores de su existencia, las buscaran por toda la casa.

Estas historias permitieron a Isidro y Violeta conocerlo mejor como persona, más allá de ser una figura histórica. Cada relato tejía una imagen más completa de su abuelo, un hombre con sueños, esperanzas y pasiones que habían sido truncados por la tragedia de la guerra civil.

El misterio de la radio los dejó asombrados, y aunque nunca pudieron explicar cómo sucedió, les recordó que a veces, en los momentos más inesperados, la respuesta a nuestros enigmas puede llegar desde lugares inimaginables.

Impulsados por las revelaciones de la radio y el deseo de explorar el legado de su abuelo, Isidro y Violeta decidieron viajar al pueblo donde había ocurrido la tragedia décadas atrás. La casa familiar se mantenía en pie gracias a los esfuerzos de la madre de Isidro, quien había realizado reparaciones en el tejado, aunque la cocina había quedado hundida y abandonada desde hacía años.

Con lágrimas en los ojos, Isidro y Violeta exploraron cada rincón de la casa. Buscaron en los lugares que el abuelo les había mencionado a través de la radio. Finalmente, en un rincón oscuro de la cuadra, bajo el pesebre donde comían las caballerías, ahondaron en una grieta y encontraron un pequeño cofre de madera. Al abrirlo, descubrieron las monedas de plata que el abuelo había escondido. Era un tesoro que había permanecido oculto durante generaciones, un símbolo tangible del vínculo entre el pasado y el presente.

Con el tesoro en sus manos y el mensaje del abuelo en sus corazones, Isidro y Violeta regresaron a su casa. La vieja radio continuó emitiendo susurros ocasionales, como si el abuelo aún quisiera comunicarse con ellos desde el más allá. La conexión entre el abuelo y sus descendientes se había fortalecido, y ahora tenían una parte importante de la historia familiar en sus manos.

El tesoro de las monedas de plata se convirtió en un recordatorio de la importancia de mantener viva la memoria de sus seres queridos y de cómo, a veces, el pasado puede revelarse de formas sorprendentes.

La vieja radio se convirtió en un tesoro que guardaron con reverencia, recordándoles que algunas conexiones trascienden la vida misma y son un lazo que une el presente con un pasado lleno de historias, amor y secretos que Isidro y Violeta prometieron preservar y compartir con sus descendientes.

Principio del formulario



 

lunes, 28 de agosto de 2023

Transformando los Desencuentros

 

Abriendo Senderos hacia la Comprensión: Transformando los Desencuentros


En un mundo donde el amor de Violeta y de Isidro tejía un vínculo sólido tras varios años juntos, había momentos en los que la sombra de los malentendidos oscurecía su conexión. A pesar de su amor profundo, estos desencuentros desafiaban el corazón de su relación. Pero en lugar de permitir que los malentendidos se convirtieran en una búsqueda inútil de culpables con la consiguiente cadena de reproches, decidieron encarar estos desafíos desde una perspectiva nueva y transformadora.

Violeta, con su pasión y meticulosa atención a los detalles, a menudo sentía que sus esfuerzos pasaban desapercibidos ante los ojos de Isidro. A pesar de su trabajo incansable en el hogar y su dedicación a mantener fuertes lazos con familiares y amigos, Violeta a veces percibía una falta de aprecio no solo de parte de Isidro, sino también en las interacciones con su familia, lo que afectaba a su autoestima. Se sentía como una cuidadora incansable, pero con frecuencia se encontraba desprovista de reciprocidad. Además, la idea de que Isidro pensara que casi siempre se equivocaba la hacía sentirse desanimada y en ocasiones deprimida.

Isidro, por otro lado, un hombre pragmático y tranquilo, a menudo se encontraba perplejo por cómo Violeta interpretaba sus acciones. A pesar de sus esfuerzos para resolver los problemas de manera lógica, sentía que ella lo veía como alguien carente de empatía e incapaz de ponerse en su lugar. Además, la noción de que Violeta pensara que él siempre buscaba tener la razón lo frustraba, ya que sabía que no era así, a pesar de que su naturaleza tranquila pudiera sugerir lo contrario.

Un día, después de una conversación que culminó en un desacuerdo leve pero cargado de emociones intensas, ambos tomaron conciencia de que estos desencuentros estaban erosionando su relación. Determinados a superar este ciclo de malentendidos, en lugar de buscar culpables, abrazaron una nueva perspectiva para abordar estos desafíos con respeto y serenidad.

Optaron por una conversación abierta y sincera en un entorno relajado, crearon un espacio donde cada uno pudo expresar sus sentimientos y puntos de vista sin temor a interrupciones. Violeta compartió cómo a veces se sentía subestimada y cómo había interpretado ciertas actitudes de Isidro como ofensivas. Isidro, por su parte, explicó cómo se sentía malinterpretado y cómo percibía que Violeta dudaba de sus intenciones. Estas conversaciones permitieron que Isidro, incluso después de experimentar su habitual retraimiento inicial, se diera cuenta de la necesidad de analizar su comportamiento y cómo este impactaba en Violeta. Esta perspectiva lo condujo a una mayor comprensión no solo de sus reacciones sino también de las de violeta y a disculparse mientras se comprometía a no cometer los mismos errores.

Este acto de sinceridad les permitió darse cuenta de que sus patrones de pensamiento, sus creencias, influían en cómo interpretaban las acciones y palabras del otro. Comenzaron a entender que sus perspectivas eran parciales y que, en realidad, compartían muchas metas y valores comunes. También se percataron de que sus reacciones y patrones de comunicación contribuían a los desencuentros.

Movidos por su amor, emprendieron una travesía de autodescubrimiento y crecimiento personal:

En lugar de buscar culpables en cada desacuerdo, se enfocaron en comprender las raíces de sus reacciones emocionales y cómo esto podía afectar su percepción del otro.

Practicaron la escucha activa, el arte de ponerse en el lugar del otro y a conectarse desde el corazón, imaginando cómo se sentirían y reaccionarían en ciertas situaciones. Esto les permitió desarrollar empatía genuina y comprender las perspectivas ajenas.

Reconocieron que ambos tenían sus propias expectativas y que estas podían distorsionar su visión de la realidad. Aprendieron a ser más flexibles y a cuestionar si sus expectativas eran realistas y justas.

En lugar de asumir intenciones o significados, aprendieron a separar los hechos de las valoraciones, a aclarar dudas a través de preguntas y a expresar sus necesidades de manera directa, evitando suposiciones negativas.

Empezaron a reconocer y valorar abiertamente las contribuciones y esfuerzos del otro.

Con el tiempo, estos cambios en su comunicación se convirtieron en la clave para superar los desencuentros. A medida que mejoraron su comprensión mutua y adoptaron una interpretación más positiva de las acciones del otro, su relación se fortaleció. Aprendieron a ver las acciones del otro desde una perspectiva comprensiva y recordaron que ambos compartían la intención de enriquecer su amor y relación. Al dejar de lado la búsqueda de culpables y, en lugar de eso, enfocarse en entender y mejorar, lograron transformar su relación en una historia de amor fortalecida por la comprensión, la empatía y la autenticidad.

Marín Hontoria