Por Ernesto Partida
Pedroza
A lo largo de la historia
de la educación han surgido distintas maneras de educar a los niños, todas
ellas han hecho aportaciones importantes para perfeccionar la educación.
En este ensayo me referiré
a las investigaciones que ha realizado el Dr. Marco Eduardo Murueta,
investigador y profesor de tiempo completo de la UNAM (Universidad Nacional
Autónoma de México).
Entre sus libros
que ha escrito esta Educación en cuatro tiempos, en este señala una
manera distinta de educar.
Nos dice el autor que el
primer paso es enseñar a escribir al niño, antes que a leer.
Cuando a un niño se le
enseña a escribir se hace que este sienta la necesidad de pensar en un
destinatario y en crear un lenguaje que le permita la comunicación con el otro.
En ese momento las
palabras tienen un sentido.
En cambio, cuando se le
enseñan las vocales y las consonantes en forma aislada carecen de sentido,
estas por si mismas no dicen nada.
Escribir implica varias
actividades importantes, la de pensar, estructurar un lenguaje, integrar a
miembros de una familia, conocer al otro, etc.
Es lamentable que copiar
del pizarrón textos sea considerado como la habilidad de escribir, es mucho mas
que eso.
Esto también aplica desde
la educación preescolar, en esta etapa los niños se comunican con
dibujos y esto lo hacen en forma extraordinaria.
El segundo paso es
enseñarles a organizarse.
Esto aplica sobre todo
cuando a los niños se les encarga proyectos, aquí es necesario que entre ellos
se organicen para que todos participen.
Esta es la utilidad de
los equipos, siempre hay alumnos que se abstienen de participar, otros esperan
que se les diga lo que deberá hacer.
La tarea del maestro es
hacer que todos participen y vencer la resistencia de todos aquellos que se
niegan a ser parte del equipo, pero cuando lo logran, suben su autoestima y de
esa manera se convierte en los protagonistas de los proyectos.
Si desde niños se les
enseña a participar en todos los proyectos, de grandes no esperaran a que se
les diga lo que deberán hacer y se convertirán en los grandes emprendedores.
Es indispensable romper
con la educación tradicional en el que el maestro es el que habla y el alumno
es quien solo toma nota de todo lo que dice el maestro.
Los estudiantes tienen
mucho que decir y aportar al enriquecimiento de la clase.
El tercer paso es la de
enseñarle al alumno a escuchar.
Uno de los problemas de
la humanidad es el ensimismamiento, es decir, en concentrarse en uno mismo
olvidándose de los demás.
Esto hace que cuando
escuchamos al otro lo hacemos pensando en nuestra propia historia
de vida y así juzgamos a los otros, esto por supuesto nos lleva a que
entremos en conflicto con el otro porque no corresponde a lo que nosotros hemos
vivido.
Cuando realmente
escuchamos al otro, sin hacer ningún juicio experimentamos un placer
inmenso porque lo comprendemos y esto contribuye al enriquecimiento de la
experiencia humana.
Escuchar al otro nos
ayuda a integrarnos, a trabajar juntos y producir un entendimiento entre todos.
Escucharnos unos a otros
nos puede llevar a evitar los grandes conflictos que tenemos los seres
humanos.
El ultimo paso que
propone el Dr. Murueta es aprender a mantener relaciones emocionalmente
estables.
Todos los niños nacen
emocionalmente estables y sanos, manifiestan todas sus emociones sin ninguna
represión.
Dan muestras de su enorme
creatividad con sus preguntas ingeniosas que sorprenden a propios y extraños.
Los buenos tiempos de los
niños empiezan a declinar en el momento en que surge la intolerancia de los
padres de familia cuando estos dicen ya cállate, tu no sabes nada,
me tienes harto, eres un flojo, eres un bueno para nada,
por tu culpa estamos como estamos, etc.
Muchos de los niños que
llegan al jardín de niños ya llegan muy dañados por sus propios padres, muchos
niños permanecen con esas heridas en al alma toda su vida, muy pocos se
restablecen.
Esas heridas impiden que
haya relaciones emocionalmente estables.
Los maestros deben
recibir la capacitación para poder sanar esas heridas y ayudar a los alumnos a
construir una personalidad sana.
Por supuesto que los
maestros deberán también ser sanos emocionalmente porque se da el caso de que
muchos maestros vienen arrastrando problemas emocionales desde la
infancia.
La función de la escuela
no se concentra en los alumnos, sino que necesariamente implica a los padres de
familia, muchas veces requiere educar a los padres de familia para que la
educación sea completa.
Cuando tengamos una
educación emocional que implique a todos los actores del proceso educativo,
solo hasta entonces tendremos una sociedad sana y estable y nos ahorraremos
cientos de horas de terapia psicológica para unos y otros.