martes, 15 de agosto de 2023

EL ASCENSOR DE LOS SUEÑOS

 


EL ASCENSOR DE LOS SUEÑOS

Isidro era un hombre marcado por el terror. Aquella noche fatídica en el Monte Hacho había dinamitado su cordura, dejándolo a merced de un enemigo invisible y abrumador: las cucarachas. Desde entonces, esos repugnantes insectos invadían sus pensamientos y sus sueños, devorando su tranquilidad y sumergiéndolo en un oscuro abismo.

En su soledad, buscó ayuda profesional para enfrentar sus demonios internos. Terapeutas y psiquiatras trataron de desentrañar las raíces de su fobia en aquella noche terrorífica que había desatado su angustia. Pero el camino hacia la salud mental era arduo y sinuoso.

Una tarde, mientras Isidro deambulaba por las calles con su mirada perdida, se topó con un letrero luminoso en una tienda que llamó su atención: "DreamElevators" -Gafas de realidad virtual para liberar tus miedos. Intrigado, entró en el establecimiento y se encontró con un amable vendedor que le explicó el poder de las novedosas gafas.

Según el vendedor, estas gafas de realidad virtual estaban diseñadas para sumergir a las personas en otra dimensión, un mundo alterno en el que podían enfrentar sus temores más profundos de manera controlada y segura. Isidro, sintiendo que aquella podría ser su última esperanza, decidió probarlas, sin imaginar que se convertirían en una oportunidad para liberarse de las garras de sus pesadillas más tenebrosas.

El especialista le informó que al colocarse las gafas y los correspondientes guantes podría interactuar en el onírico mundo. De entrada, se encontraría en un lujoso edificio con varios ascensores, debería entrar el que tuviera el cartel de "DreamElevators" y pulsar el botón del piso de su elección, los otros tenían fines educativos, divulgativos o recreativos.

Se colocó las gafas y los guantes y en ese mismo instante se encontró en un sofisticado salón en el que destacaban cuatro ascensores. Entró en el ascensor de los sueños y observó que podía elegir entre tres plantas. La primera decía "Miedo", la segunda "Equilibrio”, y la tercera "Iluminación”. Isidro eligió el "Miedo" con un nudo en la garganta. Sabía que era el estado que debía enfrentar, aunque le aterrara hacerlo y con un apretón de botón, el ascensor cobró vida.

Las puertas se cerraron y una oscuridad espesa lo envolvió. Cuando se abrieron nuevamente, Isidro se encontró en una habitación desolada y lúgubre. Las cucarachas lo rodeaban, retándolo con sus miradas siniestras. Pero esta vez, no las veía como un enemigo abrumador, sino como un desafío a superar.

Con valor, Isidro enfrentó a las cucarachas virtuales, recordándose a sí mismo que eran solo producto de su mente y que a pesar de sus miedos él tenía el poder de controlarlas. Poco a poco, el campo de batalla en su mente comenzó a transformarse. La lucha entre la cordura y la locura se volvió más equilibrada, y su confianza creció con cada cucaracha vencida.

Pasado un tiempo, mucho más seguro de sí mismo, Isidro se aventuró a explorar el segundo nivel. En el "Equilibrio", se sumergió en paisajes relajantes y tranquilos, que le ofrecieron momentos de paz y sosiego junto a una nueva perspectiva de sí mismo y del mundo que lo rodeaba. Aprendió a convivir con sus temores y a utilizar la realidad virtual como un recurso terapéutico para enfrentar sus pesadillas más siniestras.

Aceptó que la lucha interna entre la cordura y la locura es una parte inherente de la naturaleza humana, y que lo importante es aprender a equilibrar esos dos aspectos para vivir una vida plena y significativa.

Pero la curiosidad por acceder al tercer nivel, "Iluminación”, lo llevo de nuevo al "DreamElevators".

Isidro sentía una mezcla de curiosidad y temor. Sabía que este ascensor lo llevaría a un estado mental profundo y reflexivo, donde podría enfrentar sus pensamientos más íntimos y encontrar respuestas que tal vez llevaba mucho tiempo buscando.

Con una respiración profunda, Isidro se colocó las gafas y los guantes. Entró en el ascensor, las puertas se cerraron lentamente, pulsó el tercer botón y el ascensor comenzó a ascender en silencio. A medida que subía, Isidro se sintió rodeado por una energía suave y reconfortante, mientras una música desconocida lo envolvía elevando su espíritu.

Cuando las puertas se abrieron nuevamente, Isidro quedó sorprendido por lo que vio. No se encontraba en un lugar físico, sino en un espacio mental iluminado por destellos de sabiduría que lo trasladaron a una nueva dimensión de su ser. Era como si su mente se hubiera abierto a un vasto universo de conocimiento y comprensión. Todo estaba bien.

Allí, en medio de la iluminación, Isidro encontró respuestas a preguntas que había llevado durante mucho tiempo en su interior. Comprendió que sus miedos y sus cucarachas eran solo manifestaciones de una mente inquieta y atormentada, pero que él tenía el poder de cambiar esa percepción.

Se dio cuenta de que su lucha entre la cordura y la locura no era un campo de batalla enemigo, sino una danza compleja de sus pensamientos y emociones en el camino de su aprendizaje terrenal. Aceptó que la oscuridad y la luz coexisten dentro de cada ser humano, y que reconocer ambas facetas era esencial para alcanzar una verdadera armonía interior.

En medio de la iluminación, Isidro encontró la paz que tanto anhelaba. Aprendió a abrazar cada aspecto de sí mismo, incluso sus miedos y sus luchas internas, sin juzgarse ni castigarse por ellos. Supo que la clave estaba en aceptarse plenamente y en vivir en el presente, liberándose de las cadenas del pasado y del temor al futuro.

El tiempo pareció detenerse en aquel estado de iluminación, pero finalmente, Isidro sabía que debía regresar a la realidad. Con un último vistazo a su mente iluminada, se despidió con gratitud y aceptación.

Las puertas del ascensor se cerraron suavemente, y el viaje de regreso fue diferente. Isidro se sentía más ligero y sereno. Era plenamente consciente que haber alcanzado un estado iluminado no significaba estar exento de desafíos o dificultades, pero la sabiduría alcanzada, la mayor apertura del corazón, la claridad mental, la paz interior y el amor hacia la vida y a todos los seres, cambiaba profundamente la forma de percibirlos y de enfrentarlos. En ese momento nació un Hombre Nuevo.

Marín Hontoria